Marcelino Cereijido Mattioli
Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional Investigador nacional emérito Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias
Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1933. Naturalizado mexicano en 1993. Se graduó como médico y doctor en Fisiología en la Universidad de Buenos Aires. Obtuvo un posdoctorado en Biofísica en la Universidad de Harvard. Ha sido profesor en la Universidad de Buenos Aires, del departamento de Biología Celular de la Universidad de Nueva York; y en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional donde es investigador emérito y de excelencia; es también investigador nacional emérito del SNI. Fue jefe de Fisiología Celular y Molecular del Cinvestav.
Asesor del Centro Latinoamericano de Biología de la Unesco. Director del Departamento de Biofísica del Centro de Investigaciones Médicas Albert Einstein de Argentina. Miembro de la Comisión Dictaminadora del Sistema Nacional de Investigadores de México. Pertenece al Consejo del Museo de Historia Natural de la Ciudad de México. Ha recibido los premios Nacional de Ciencias y Artes; Arturo Rosenblueth, del Cinvestav; Weissman; Bernardo A. Houssay de la OEA; Internacional Juchimán, de Tabasco.
Ha publicado más de 150 artículos in extenso, 11 libros científicos, más de 100 artículos de divulgación y tres libros de ensayos. Es experto en fisiología celular y molecular. Diseñó epitelios artificiales hechos con células epiteliales cultivadas, así como otras técnicas experimentales con las que se pudieron elucidar los mecanismos fundamentales de los epitelios de transporte: la formación de uniones oclusoras y la polaridad apical/basolateral.
Descubrió también cómo hacen las células cultivadas para reconocerse unas a otras, asociarse para sellar los espacios entre ellas y no permitir el paso indiscriminado de sustancias a su través. Además de la actividad científica, se preocupa de la relación entre ciencia y sociedad; ha publicado numerosos libros que van desde la divulgación accesible a los jóvenes (La muerte y sus ventajas), hasta el ensayo profundo en que analiza las formas en que nuestra sociedad podría acceder a un nivel más alto de ciencia y tecnología (Por qué no tenemos ciencia). En los músculos, como en el cerebro, las células que quedan juntas hacen mucho más que sólo tocarse. En las últimas dos décadas se ha descubierto que el contacto celular involucra múltiples proteínas, gracias a las cuales podemos sonreír y arrugar la piel sin que se desintegre o armar complejas estructuras celulares.
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Cortesía del Seminario permanente de las ciencias y las tecnologías en el México del Siglo XXI. (http://www.mexicoesciencia.com/dam/index.php?cmd=home)