Gabriel López Velázquez, compromiso constante con la ciencia

Por Carmen Báez

México, DF. 16 de noviembre de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Dicen que una imagen puede decir más que las palabras, pero también puede motivar una idea, un sueño e incluso determinar el futuro de una vida, como le sucedió a Gabriel López Velázquez, quien decidió estudiar Biología gracias a unas electromicrografías que conoció por primera vez en su paso por la preparatoria.

Gabriel López Velázquez es investigador del Instituto Nacional de Pediatría (INP). Con el apoyo irrestricto de la doctora Sara Frías Vázquez, logró consolidar un equipo de trabajo de alto rigor científico dedicado al estudio de la estructura y función de proteínas, dirigido al desarrollo de nuevos fármacos. Al mismo tiempo logró conseguir los recursos para montar uno de los laboratorios de bioquímica mejor equipados en el país.

Actualmente, el miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) trabaja en un proyecto que pretende lograr la muerte selectiva del parásito Giardia lamblia, protozoario causante de la giardiasis, enfermedad diarreica que afecta principalmente a la población infantil.

Oriundo de la ciudad de México, el doctor en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), compartió las motivaciones que lo impulsaron al quehacer científico en beneficio de la pediatría.

Una infancia motivada por la lectura

Efímero fue el sueño de manejar trailers, viajar de un lugar a otro del país y sentir la adrenalina que suponía estar en carretera a través de grandes camiones. Pronto sustituyó esta ilusión por un carrito deslizador tipo avalancha, mientras que de los libros, dice, conoció lugares inimaginables.

"En mi familia se vivían las carestías de la clase media baja, pero nunca faltó la lectura, fomentada gracias a la formación de mi padre. Recuerdo que tenía un gran librero y en alguna ocasión, me dijo: 'cuando sepas leer, podrás conocer todo lo que dicen esos libros, hablan de otros países, otras culturas y de muchas aventuras que puedes vivir, sin estar en esos lugares'", rememora.

Como gran admirador de su padre, un profesor de Biología, el doctor López Velázquez heredó de su progenitor la imaginación, la rebeldía y un espíritu revolucionario en todos los sentidos; el complemento perfecto fue su madre, mujer ordenada y asidua.

"Todo el tiempo tuve la influencia de mi padre, recuerdo la casa llena de la colección de plantas. En mi niñez el futbol fue algo de todos los días y a mí nunca me gustó. Una ocasión mi papá me vio jugar, me dio una palmada en la espalda y me dijo: '¡qué bien que eres tan bueno en la escuela!' (…) De mi padre aprendí a volar y, de mi madre, a controlar el vuelo. Mi familia siempre confió en mi capacidad intelectual de sobresalir", dice.

No obstante, el punto en que decidió ser biólogo de laboratorio fue en la Escuela Nacional Preparatoria número 8 "Miguel E. Schulz", durante una clase de su maestra Esperanza Barajas, quien hacía uso de imágenes como material didáctico. Fue entonces que por primera vez el ahora doctor Gabriel López comenzó a ver el interior de la célula.

"Recuerdo cuando terminó la clase de la maestra Esperanza Barajas, la alcancé para preguntarle cómo podía hacer eso que acababa de mostrarnos en el salón. Me dijo que necesitaba un microscopio electrónico y que había uno en la Facultad de Ciencias de la UNAM, pero para acceder a él debía ser biólogo. Después de ello, no existió la menor duda de que debía estudiar Biología. Ahí me enteré de las posibilidades que tenía la microscopia electrónica, ¡eso me maravilló!", detalla.

Desayunar, comer y cenar ciencia

Una vez que ingresó a la Facultad de Ciencias de la UNAM para estudiar Biología, Gabriel López tuvo la oportunidad de tomar la materia Introducción a la microscopia electrónica para biólogos, exclusiva para alumnos de últimos semestres.   

La biología moderna, asegura, le ha permitido viajar al interior de la célula y ver lo que sucede en ella. En este proceso, tuvo el privilegio de tener como mentores a los doctores Gerardo Hebert Vázquez Nin y Luis Jiménez García.

Con disciplina y motivación publicó su primer artículo científico a los 22 años, en una prestigiada revista alemana, junto a su maestro Hebert Vázquez Nin. El trabajo consistió en el desarrollo de un software que analizaba de manera tridimensional los núcleos celulares, y del que pudieron obtener varias hipótesis sobre cómo eran los cromosomas en la interfase.

"En mi formación académica también tuve la fortuna de tener como maestros a los doctores Antonio Lazcano Araujo y Ramachandra Reddy. De tal manera que ostento con orgullo la herencia académica de los pioneros de la teoría celular y de los estudiosos de la biología moderna", agrega el especialista, cuya fecha de nacimiento (1969) coincide con la entrega del Premio Nobel de Fisiología y Medicina a Delbrück, Hershey y Luria por su importante acontecimiento en el desarrollo de la biología molecular moderna.

Un comienzo en el INP

Poco antes de terminar el doctorado con el estudio de la biogénesis ribosomal de Giardia lamblia, el también integrante de la Sociedad Mexicana de Pediatría, A. C., ingresó a las filas del INP como investigador.

Con la misión de sacar de un periodo de nueve años sin productividad al Laboratorio de Bioquímica Genética, en el año 2000, la entonces directora general del INP, Alessandra Carnevale Cantoni, lo designó a cargo de esa unidad.

Ahí logró consolidar un equipo científico, primero a nivel mundial en producir la enzima recombinante triosafosfato isomerasa del parásito Giardia lamblia; esto a su vez permitió al INP ser el primer instituto nacional de salud de México en cristalizar y resolver una proteína, en el año 2004. 

Investigación básica con aplicaciones futuras

Actualmente el doctor López Velázquez continúa con el estudio del nucléolo de Giardia lamblia. Su trabajo científico pretende a futuro cercano dar un paso hacia la utilización de compuestos desarrollados por el grupo de investigación, que pudieran tener efectos positivos para otros tipos de padecimientos que afectan a la población infantil, como la leucemia o algún otro tipo de cáncer.

"Gracias a todo ello es que diariamente hago lo que más amo: escucho, observo y hago preguntas a los sistemas biológicos en busca de entender una pequeña parte del universo, tratando de explicar el funcionamiento de los seres vivos", señala el especialista, quien también participa en diversos protocolos de investigación del INP.

Orgulloso de haber formado un grupo sólido en el laboratorio, asegura que trabajar en el área pediátrica lo ha sensibilizado. Entre una de sus metas profesionales destaca transformar el conocimiento científico que genera en aplicaciones médicas y contribuir a soluciones o nuevos modelos de atención para la niñez.

"Pongo al servicio de la infancia mexicana todo lo que he aprendido para que, de una u otra forma, pueda llevar este conocimiento hasta la cabecera de los pacientes y así identificar, resolver o prevenir los problemas que les afectan", concluye el además profesor de licenciatura y posgrado en la Facultad de Ciencias de la UNAM.

 

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