La divulgación científica y la sociedad del conocimiento
Por Génesis Gatica Porcayo
Ciudad de México. 18 de agosto de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- ¿De qué color es la abstracción?, ¿a qué huele la esperanza?, ¿de qué color es el sabor de la fresa? Con estas incógnitas, el doctor Ruy Pérez Tamayo mencionó que la madurez intelectual se alcanza cuando se aprende a vivir reconociendo que hay muchas cosas que todavía no sabemos y al mismo tiempo aceptando, utilizando y disfrutando las que sí se saben, formando así la sociedad del conocimiento.
El investigador emérito explicó, a través de una conferencia magistral en las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Xochimilco, la importancia de la divulgación científica como un medio para formar una sociedad que se desarrolle intelectualmente.
Con el avance tecnológico que impera en las últimas décadas, para Pérez Tamayo es necesario que la divulgación científica sea incorporada a los medios digitales, así como a la radio y la televisión, para que la información no sea rezagada en el cumplimiento de su importante función social.
El espíritu de la ciencia
Pérez Tamayo definió la ciencia como una actividad humana creativa, en la que su objetivo es la comprensión de la naturaleza y cuyo resultado es el conocimiento obtenido por medio de un método científico organizado en forma deductiva y que aspira al consenso entre individuos técnicamente capacitados.
Antes de entender lo que representa el espíritu de la ciencia, la definición que explicó se centra en asimilar que hacer ciencia involucra la integración recíproca de tener ideas sobre la realidad y de una segunda acción que trata de ponerlas a prueba y así derribar los obstáculos milenarios que permanecen arraigados en nuestra cultura, “en nuestra sociedad prevalece el esquema mágico-religioso de la naturaleza y de la vida y las explicaciones sobrenaturales de la realidad”.
De esta manera, para el doctor Pérez Tamayo es importante que el investigador científico tenga la función de no alejarse de la realidad, “la verdad de la ciencia es la medida en que las proposiciones científicas reflejan la realidad objetiva”, mencionó.
Por lo tanto, explicó que el espíritu de la ciencia trata de enfrentarse a la realidad y entenderla sin prejuicios ni autoridad, “aceptar la razón y la experiencia como los únicos astros del conocimiento y aprender a vivir ante la ignorancia y tratar de reducirla por medio de la ciencia”.
La difusión del conocimiento científico
Al mismo tiempo que la divulgación científica debe dirigirse a integrar el espíritu de la ciencia y la cultura de nuestro país, debe promover también la difusión de contenidos de las distintas ciencias en toda la sociedad.
En palabras de Pérez Tamayo, hay muchas formas de dar a conocer el mundo de la ciencia, por lo que considera necesario abrir las puertas a la existencia de los principales conocimientos actuales sobre la naturaleza y sobre ellos mismos.
Los medios de comunicación, libros, exposiciones, museos, conferencias, cine y otros espectáculos son recursos que considera excelentes fuentes para difundir ciencia, enfatizando que los libros son el medio de difusión científica por excelencia, aunque criticó el gusto por la lectura entre la sociedad mexicana, considerándolo un obstáculo para la comunicación de la ciencia.
Ciencia desde la educación primaria
Para el investigador emérito, el gobierno debería encabezar una cruzada nacional a favor de la divulgación de la ciencia y la tecnología como una de sus principales prioridades, ya que la modernización de la sociedad a la que aspiramos no es otra cosa que su transformación por medio de la ciencia y la tecnología.
“La educación pública en México ha sufrido una metamorfosis negativa dramática”, puntualizó, señalando además su convicción sobre el papel que representa el maestro de primaria en la sociedad de este país, “estoy convencido de que el personaje público más importante para el desarrollo sano y positivo de cualquier sociedad es el maestro de primaria (…) Pero en México lo hemos convertido en uno de los ciudadanos más olvidados”.
Con esta explicación, consideró que la divulgación de la ciencia debe iniciarse desde la educación primaria, lo que requiere no solo la revisión y actualización permanente de los programas de enseñanza y de los maestros, mejorando la calidad de las escuelas normales donde se prepara, así como mejorar sustancialmente su situación económica.
En sus palabras, la verdadera sociedad del conocimiento requiere de una campaña vigorosa, permanente y bien organizada de divulgación de la ciencia, parecida a las utilizadas por empresas cerveceras o automovilísticas, “la ciencia no existe en el vacío, sino que siempre se da en el seno de una comunidad social específica de la que surge y a la que se debe en forma completa”, concluyó.
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