Biocombustibles: retos y oportunidades en México
Por Tomás Dávalos
Aguascalientes, Aguascalientes. 8 de febrero de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- En 2015, autoridades mexicanas firmaron el Acuerdo de París, cuyo objetivo central es reducir la emisión de gases de efecto invernadero a nivel mundial. ¿En qué posición se encuentra actualmente el país para cumplir con estos acuerdos?
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Héctor Núñez Amórtegui, profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), sostuvo que para cumplir con el pacto signado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático es necesario que el país comience a producir biocombustibles.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Por qué México no ha avanzado en la producción de biocombustibles?
Héctor Núñez Amórtegui (HNA): Ha habido iniciativas para introducir los biocombustibles en México, pero nunca han funcionado, en parte, porque no hay una coordinación entre el hacedor de políticas públicas, los productores y el distribuidor, entonces se introducen regulaciones para incentivar la producción de combustibles, pero realmente nunca llegan al punto de realizarse.
El distribuidor es Pemex y le puede decir a los productores: "yo hago la mezcla y la distribuyo, entréguenme los biocombustibles".
¿De dónde vendrían los biocombustibles? La industria más factible para hacer los biocombustibles es la caña de azúcar, México ha tenido importante sobreoferta de azúcar en los últimos años, que se podía haber aprovechado para la generación de biocombustibles.
AIC: Y ante este panorama, ¿por qué no se ha optado por esta tecnología?
HNA: Realmente los productores no reciben una señal segura de que hacer la inversión para montar toda una planta de etanol, que es una inversión de largo plazo, va a continuar en el tiempo y se va a mantener, no existe una regulación que garantice eso, es decir, el hacedor de política no está realmente configurando bien estos incentivos (…) Por el otro lado, Pemex dice: "bueno, no llegaron los biocombustibles, entonces yo sigo repartiendo gasolina".
AIC: ¿Qué tan viable sería producir biocombustibles en México?
HNA: Estoy empezando a hacer el modelo para ver cuál es el potencial, por ahora estoy trabajando con bioetanol, que realmente es el mercado mayor de biocombustibles, ya que la gasolina es lo que más se demanda en México, entonces analizo dos cultivos como el principal potencial: la caña de azúcar y el agave.
La caña de azúcar es un proceso relativamente sencillo, porque el azúcar ya sale directamente de la caña y se puede fermentar, procesar y destilar. Sacar el etanol es muy sencillo.
El agave, tenemos la parte que se usa para el tequila, que es la piña, que también sería muy sencillo usar la piña del agave, procesarla, sacarle el alcohol y volverlo etanol, pero el bioetanol no resulta tan redituable económicamente como todos los licores que provienen del agave, pero la posibilidad que se ha estudiado ya durante varios es usar el resto de la planta.
¿Cómo se podría procesar? Volverla biomasa, separar las lignocelulosas y los azúcares para poder recuperar el alcohol de esa masa. En esa parte de la investigación sí se ha avanzado, aunque todavía es un proceso muy costoso como para decir que puede ir al mercado.
AIC: ¿Qué tan efectivas resultarían ambas materias primas?
HNA: La caña de azúcar se ha probado en el caso de Brasil, hay que anotar que en el caso de la caña de azúcar es diferente la de México a la de Brasil, pero está demostrado que reduce en más de 50 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a la gasolina.
Y el agave, si se lograra desarrollar esta tecnología a nivel industrial, ni hablar, obviamente de usarse todo el resto de la planta del agave, la reducción de contaminantes va a ser muchísimo mayor.
Además, este etanol de caña de azúcar, si México produjera suficiente etanol, podría exportarse a los Estados Unidos para cumplir el mandato de etanol avanzado establecido en este país, y el etanol de agave también se podría mandar a Estados Unidos como la otra parte del mandato avanzado, que es el etanol de celulosa.
AIC: ¿Existen aspectos en los cuales haya habido avances en la generación de biocombustibles en México?
HNA: Vino en 2014 la reforma energética y dijo muy poco de los biocombustibles. Sí dice: hay que incentivar la producción de energías renovables, pero realmente no hay una implicación directa en la reforma energética hacia los biocombustibles.
Sin embargo, del otro lado, la Secretaría de Energía ahora tiene la obligación de desarrollar investigación en energías renovables, entonces ya se crearon cinco centros mexicanos de investigación de energía renovable, y uno de ellos es el Centro Mexicano de Innovación en Bioenergía para apoyar la investigación y la puesta en el mercado de diferentes biocombustibles.
AIC: ¿Qué pros y contras tiene lo anterior?
HNA: Tal cual como está la situación ahora, hicieron falta incentivos, yo le digo al modelo: bueno, qué pasa si colocamos un mandato de que los mexicanos tengamos que consumir 15 por ciento de etanol y 85 por ciento de gasolina.
Centro de Investigación y Docencia Económicas |
En el caso de la investigación va a traer beneficios a mediano y largo plazo en diversos sectores. Hay 193 distritos agrícolas aquí en México, se pueden estudiar costos de los principales cultivos en México para ver cómo se usa el suelo agrícola y ver qué potencial podría tener de que estos cultivos para producir etanol se expandieran sobre los otros y, por otro lado, lo que yo coloco es el bienestar de la sociedad, entonces tengo el bienestar de los consumidores de combustibles, el bienestar de los productores agrícolas, el bienestar de los productores de combustibles, y además le agrego las ganancias por reducciones de gases de efecto invernadero.
AIC: ¿Qué tan urgente resulta impulsar la producción de biocombustibles?
HNA: México acordó en París, el año pasado, que en 2025, 35 por ciento de su energía, incluyendo tanto transporte como electricidad, deben provenir de fuentes renovables.
Más de 50 por ciento de la energía corresponde al uso en transporte, es decir, grosso modo, más de 50 por ciento de las emisiones corresponde al sector transporte, entonces si realmente México quiere cumplir con este 35 por ciento y una reducción consecuente de las emisiones, el 2025 ya es en ocho años, se tiene que empezar desde ya.
• Héctor Núñez Amórtegui
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