Escriben la historia de la ciencia en el noroeste de México
Por Ana Luisa Guerrero
Ciudad de México. 2 de marzo de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- La ciencia moderna en México es relativamente joven. El Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cumplió 75 años, mientras que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) celebró su 45 aniversario. Si se enfoca la mirada en determinadas regiones de México, el panorama tiene la misma tendencia.
El origen, desarrollo y estado actual en materia científica, tecnológica y de innovación en Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Sonora y Sinaloa están documentados en el libro Instituciones, ciencia, tecnología y vinculación en el noroeste de México, obra que recoge la historia de las universidades y centros de investigación en cada entidad.
Realizado por doce investigadores que abordan el tema desde diferentes disciplinas como historia, economía y sociología, hace un análisis de la situación actual y concluye que a pesar de que la estrategia nacional apuesta por la generación de conocimiento y su aplicación, los impactos todavía son reducidos respecto a la potencialidad de la economía, la desigualdad en la distribución de sus alcances y la falta de articulación al interior del gobierno con relación al sector productivo.
La obra —publicada por el Conacyt, el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y el Seminario Permanente las Ciencias y las Tecnologías en México en el Siglo XXI— fue presentada en la XXXVII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería por dos de sus autores, Edith González Cruz y Marco Antonio Samaniego López, y presentado por Cinthya Castro Iglesias, jefa del Departamento de Extensión y Divulgación Científica en el Cibnor.
Edith González Cruz, de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), detalló a la Agencia Informativa Conacyt que este trabajo es pionero en la región no solo para ubicar a las instituciones sino para reconocer la aportación que ha hecho y sigue haciendo su comunidad científica.
Para Marco Antonio Samaniego, investigador de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), el libro plantea la necesidad de vincular la ciencia como un conjunto, donde las ciencias sociales y las disciplinas llamadas ciencias duras (matemáticas, física, química, biología, etcétera) se vinculan en un discurso necesario para ofrecer a la sociedad las respuestas a muchas preguntas que existían en el contexto.
En tanto que el maestro José Ignacio Rivas Hernández, de la UABCS, considera que este trabajo abre otra línea de investigación para la historia enfocada en el desarrollo de las instituciones educativas y de investigación.
Documentar desde la historia
En el contexto de la oferta literaria y del conocimiento que ofrece la FILPM organizada por la UNAM, los investigadores hicieron eco del valor de las ciencias sociales para documentar el presente con miras al futuro.
Ante los asistentes, Samaniego López resaltó que la historia es la ciencia multidisciplinaria por excelencia, debido a que la apropiación del espacio no es tema de los científicos sino de los historiadores.
“Este libro permite pensar en la necesidad de hacer la historia de la ciencia, o bien, pensar la ciencia desde la historia”, debido a que esta disciplina no es un área del pasado sino del futuro.
Es así que el impacto social de los hallazgos científicos es más práctico de encontrar y documentar desde las ciencias sociales, porque “los lenguajes están más del lado de las ciencias humanas, que establecen los procesos de comunicación que permiten realizar el conocimiento”.
Para ello refirió que los historiadores deben contar con herramientas, como tener acceso a archivos y a la información, que los lleven a documentar los hechos.
Más impulso a la ciencia
En entrevista, la también profesora de la UABCS explicó que este esfuerzo de documentación evidencia la urgencia de ampliar los campos de acción de la ciencia y, con ello, incentivar mayor inversión presupuestal.
Y es que, detalló, en la región que aborda el libro, la comunidad científica no llega a 500 investigadores, a pesar de que se cuenta con sólidas instituciones que realizan trabajos de primer nivel.
“El tema actual es el recorte presupuestal a este rubro —así como a la educación— por la coyuntura económica nacional e internacional; pero considero que el fomento al conocimiento científico puede ser el motor que detone mayor crecimiento”, destacó.
Por su parte, Samaniego López hizo énfasis en la idoneidad de contar con nuevas formas de financiamiento para la ciencia mexicana; pues ha estudiado los ejemplos de Estados Unidos en los que la iniciativa privada contribuye considerablemente en ese aspecto.
“Tengo una hipótesis de la investigación en Estados Unidos, porque mis temas me llevan a entender cómo la propuesta tecnológica llega de allá. Mi explicación es que las universidades y centros de investigación que no dependen necesariamente del Estado, sino de patrocinios, son los que han desarrollado mucha investigación para la industria”.
Sostuvo que esas modalidades de patrocinio no se han desarrollado como cultura en México, debido a que en la mayoría de los casos dependen de las participaciones que les otorgue el Estado.
La obra
La publicación es un trabajo colectivo de investigadores de las universidades de los estados que se estudian. Los capítulos se basan en los acervos del Conacyt, del Foro Consultivo y Tecnológico, del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi); de informes de labores de los responsables de las diferentes instituciones, de planes estatales de desarrollo, así como de la normatividad relacionada con ciencia y tecnología.
Se trata de seis capítulos, de los cuales el primero presenta la situación científica y tecnológica del país, y los subsiguientes analizan las particularidades de Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Sonora y Sinaloa.
Participaron Alba Eritrea Gámez Vázquez, Marco Antonio Samaniego López, Edith González Cruz, José Ignacio Rivas Hernández, Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara, Nora Teresa Millán López, Rosario Alonso Bajo, Juan Manuel Romero Gil, Karla Trejo Berumen, Santiago Avilés Quevedo, Fabiola González Román y Lucía Amapola Castillo Pacheco.
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