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La producción de bioplaguicidas exige un enfoque multidisciplinario


UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

Número 637

17 de septiembre de 2018

  • Los residuos provocan compuestos más tóxicos que el propio insecticida

Captura de pantalla 2018-09-24 a las 15.37.08.pngEl reto para la producción de bioplaguicidas en México está en la aplicación de un enfoque multidisciplinario en la investigación, porque la complejidad de esta industria no es posible de afrontar por una sola ciencia, incluida la biotecnología, sostuvo el doctor Octavio Loera Corral, investigador del Departamento de Biotecnología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En entrevista luego de su participación en el Primer Seminario Internacional de Biotecnología y 12va. Semana de Biotecnología en la Unidad Iztapalapa, el especialista dijo que el uso de esta clase de pesticidas se ha extendido en el país debido a que se ha convertido en una opción para no utilizar los de tipo químicos convencionales que, si bien son eficientes para combatir las plagas de insectos, se acumulan en cada ciclo agrícola y se filtran a los mantos acuíferos.

Otro problema es que un plaguicida químico eficiente queda de manera residual en el suelo por la radiación ultravioleta o por intento de degradación de los microorganismos presentes en la tierra, lo que provoca la formación de compuestos que resultan aún más tóxicos que el original.

Respecto del uso de bioplaguicidas basados en microorganismos que también atacan a los insectos, dijo que lo ideal sería utilizarlos exclusivamente, pero por sí solos estos microorganismos –bacterias, hongos y algunos virus– no son tan rápidos como los insecticidas químicos, dijo el ex jefe del Departamento de Biotecnología de la Unidad Iztapalapa.

Por esta razón los productores no tienen confianza en ellos ya que “esperarían aplicar un hongo y a los dos días no tener plagas, y eso no es posible”, porque si se hiciera, se tendría que emplear una cantidad tan grande que acabaría teniendo efectos secundarios, porque empezarían a atacar a otros insectos que en principio no se quieren agredir.

Ante este panorama, lo ideal sería tener un enfoque multidisciplinario y aliarse con agrónomos que conocen los ciclos agrícolas de cada cultivo, biólogos, en particular los entomólogos que se dedican al estudio del ciclo de vida de los insectos y saben en qué etapa de desarrollo son más susceptibles a los bioplaguicidas.

Tampoco es posible dejar de tomar en cuenta a los productores para quienes es significativo el ciclo agrícola del cultivo y saben que si se aplica en determinado momento “se puede estropear, retrasar o inhibir la producción”.

De ahí la importancia del enfoque multidisciplinario, pues los biotecnólogos y los ingenieros bioquímicos pueden producir de manera masiva un producto que puede sustituir la aplicación de plaguicidas químicos, pero tienen que tomar en cuenta a los entomólogos y agrónomos, entre otros profesionales para asegurar el éxito de dicha aplicación.

El investigador afirmó que los bioplaguicidas “no están peleados con los pesticidas químicos” y se pueden aplicar simultáneamente, bajando la dosis de los primeros y sustituyendo lo que no se usa de químicos con bioplaguicidas.

Si un cultivo tiene una certificación orgánica no puede emplearse ningún tipo de fertilizante o insecticida químico; “es ahí donde tenemos que hacer uso exclusivo de los plaguicidas para contener el avance de las plagas”, pero como cuesta más trabajo controlar y cuidar una parcela orgánica, los productos son más caros.

El doctor Loera Corral manifestó que otro de los problemas que es necesario abordar multidisciplinariamente es el del cambio climático y la sobrepoblación humana, pues ésta demanda tierras de cultivo que antes no estaban destinadas a esa actividad y existían en un ecosistema como tal.

“Cuando devastamos áreas para producir cultivos afectamos el ambiente, pero además contendemos con el cambio climático que mueve a las poblaciones”, ya que así como hay grupos humanos que migran por cuestiones climáticas, hay también animales y entre ellos los insectos que se tienen que mover a otras zonas donde muchas veces se convierten en plagas de nueva aparición.

Al respecto advirtió que México es un país muy susceptible a este tipo de fenómenos debido no sólo al cambio climático, sino a la movilidad de mercancías que en contenedores llegan a puertos como Manzanillo, Lázaro Cárdenas o Veracruz, o los que atraviesan el país de frontera a frontera, pues en los productos, los contenedores transportan también plagas.

El académico sostuvo que enfrentar la aparición de plagas por cambio climático y por el traslado de productos representa un reto muy fuerte, porque “necesitamos bioplaguicidas que sean capaces de contener ese tipo de plagas que antes no existían”.

Para atender este tipo de retos, en el Departamento de Biotecnología de la UAM se ha formado a profesionales que se han integrado con éxito, tanto al ámbito privado como público, tal es el caso del doctor Roberto Montesinos Matías, egresado del Posgrado en Biotecnología, quien dirige el área de hongos entomopatógenos, del Centro Nacional de Referencia de Control Biológico, encargada de producir organismos bioplaguicidas.

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