CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS SUPERIORES EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL
Boletín de Prensa
12 de julio de 2016
- Discriminación, racismo y deserción escolar, es lo que provoca no contar con una educación diferenciada para los niños indígenas
- El analfabetismo indígena es cinco veces mayor que el de la población no indígena
Ciudad de México, 12 de julio de 2016.- Las escuelas urbanas no están diseñadas para recibir a niños estudiantes indígenas, alerta el doctor Guillermo de la Peña, Investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, (CIESAS), lo que provoca discriminación, racismo y por último deserción escolar en este sector de la población.
El académico alertó que, aunque desde 1992 la Constitución afirma que, sin menoscabo de sus otros derechos ciudadanos, los indígenas tienen derecho a ser culturalmente diferentes “esto es negado en la práctica a los niños indígenas que carecen de una educación escolar apropiada, como es el caso de los que asisten a escuelas en las ciudades”.
Los factores de la discriminación
De acuerdo a su trabajo; “Educación, Interculturalidad y Democracia: Desafíos para México”, De la Peña considera que los problemas que sufren estos estudiantes se debe a que llegan a las escuelas en total desventaja: “Desde el proceso de la matriculación, donde los trámites están escritos en lengua castellana, y la obligatoriedad de los documentos que solicitan, como el acta de nacimiento, que muchas veces no tienen, se empieza con el problema de la exclusión”.
Sostiene que los profesores de las escuelas urbanas no saben cómo afrontar el manejo deficitario del castellano de los niños indígenas, al grado que en ciertos casos son enviados a escuelas de educación especial por ser considerados como alumnos con problemas de aprendizaje, cuando su dificultad es simplemente lingüístico o por deficiencias en su escolarización previa.
El problema se agrava porque “ocurre con frecuencia que los pequeños son ridiculizados por sus compañeros a causa de su modo de hablar, vestir, comportarse, que los lleva a tratar de ocultar su origen étnico, aislarse de sus pares, y no pocas veces a abandonar la escuela”, refiere el investigador de CIESAS-Occidente.
La concepción de la familia es otro factor que provoca discriminación y rechazo entre los niños indígenas, ya que ellos están acostumbrados a actuar corporativamente y privilegiar el bienestar del grupo familiar por encima del bienestar individual, lo que implica que se involucran en los trabajos artesanales u oficios de sus padres, o los niños mayores cuidan a los hermanos más pequeños, lo que provoca la inasistencia a clases y se resta tiempo para las tareas escolares.
“Estos requerimientos familiares son vistos con extrañeza y hasta con hostilidad por el personal de la escuela, cuya visión de la niñez y del papel de la familia suele ser radicalmente diferente”, expone.
Reformular el Sistema de Educación primaria indígena
De acuerdo con el censo nacional de 2010, en el país existen más de 18 millones de personas que podrían ser considerados indígenas, de los cuales, según cálculos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, (CONEVAL), al menos un tercio [de estas], unos 6 millones de indígenas, vive en las ciudades, y el 80% de ellas se encuentra en situación de pobreza; sin embargo, con pocas excepciones, no existen escuelas de dedicadas a los niños y jóvenes de este sector de la población.
Se calcula, además, que del 2005 al 2010 el analfabetismo indígena pasó del 27% al 32%, cinco veces más que el porcentaje de analfabetos entre la población no indígena, razón por la cual el investigador Guillermo de la Peña, hace un llamado a reformular el sistema de educación primaria indígena.
Aunque se considera que los indígenas que se trasladan a las ciudades pierden su adscripción étnica y, por lo tanto, no requieren de atención educativa diferenciada, numerosas investigaciones antropológicas cuestionan tal afirmación.
Para el doctor De la Peña esto se debe “en parte por la exclusión racista, etnicista y lingüística de que son víctimas, y en parte porque muchos indígenas citadinos mantienen su identidad y la manifiestan en múltiples situaciones, por lo que no pierden su derecho a una educación intercultural y bilingüe, tal como lo establecen documentos internacionales cono la Convención de la ONU de los Derechos del Niño, que en su artículo 30, establece:
“En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas o personas de origen indígena, no se negará a un niño que pertenezca a tales minorías o que sea indígena el derecho que le corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión, o a emplear su propio idioma”.
Guillermo de la Peña comenta que lo anterior no sucede en México, porque estos estudiantes se tienen que someter al sistema educativo imperante. “La aceptación constitucional del pluralismo cultural no solo implica reconocer que la nación es heterogénea en tradiciones y costumbres, implica aceptar el reto de volver compatibles las diferencias culturales con los derechos ciudadanos”.
Indica que esta compatibilidad sólo se vuelve posible en el ámbito de las políticas públicas mediante el principio de equidad, que va más allá de la igualdad para orientar la acción del Estado de acuerdo a las particularidades y necesidades de las diferentes comunidades y sectores, por ello, “la equidad educativa en un país no puede existir sin la interculturalidad que debe entenderse en primera instancia como una relación de intercambio positivo y convivencia social entre actores culturalmente diferenciados”, opina el antropólogo.
Sin este diálogo simétrico, no podemos pensar que existe una sociedad democrática, pues un componente esencial de la democracia es la inclusión de todos los ciudadanos y el reconocimiento de sus derechos, concluye.
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