Hace mil años en Baja California...
Por Karla Navarro
Ensenada, Baja California. 26 de septiembre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Investigadoras del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lideran la exploración de 37 sitios arqueológicos que descubrieron en tres áreas naturales protegidas localizadas en San Quintín y El Rosario, delegaciones ubicadas al sur del municipio de Ensenada, Baja California.
Punta Mazo, Monte Ceniza y Valle Tranquilo son las tres áreas propiedad de la asociación civil Terra Peninsular, en donde las arqueólogas y un grupo de estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) recogieron muestras de vestigios con mil años de antigüedad.
Herramientas y conchas de animales preparados como alimento por bandas de kiliwa y cochimí son los principales materiales que recolectaron investigadoras y estudiantes, tras una primera exploración de superficie, trabajos que se ampliarán con excavaciones.
Patrimonio biocultural
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Enah Montserrat Fonseca, profesora investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, expuso que si bien los materiales que encontraron datan de mil años atrás, en estudios realizados hace 20 años en la misma zona por los arqueólogos Jerry Moore y Janine Gasco, registraron indicios de hace seis mil años.
Indicó que extendió su investigación, titulada Estudio de campamentos en la línea costera y valles intermontanos de Baja California, hacia San Quintín y El Rosario, por los estudios previos en los que arqueólogos reportan una alta densidad de sitios.
“Es una zona que se había trabajado y que ya sabemos tiene una alta densidad de campamentos costeros, sobre todo los conocidos como concheros; se hizo un estudio hace 20 años pero ya no se hicieron excavaciones extensivas en esos sitios que se habían registrado”, puntualizó.
Comentó que debido a que los 37 sitios arqueológicos están dentro de áreas naturales propiedad de Terra Peninsular, organización dedicada a la conservación del medio ambiente, el INAH y la asociación civil establecieron un proyecto de colaboración para proteger el patrimonio biocultural.
Nuevos sitios
Fonseca Ibarra precisó que de los 37 sitios arqueológicos explorados, cinco estaban registrados, por lo que solamente actualizaron su información, como en el caso del estado de conservación, para determinar en qué medida habían cambiado.
“Tenemos sitios muy extensos pero también otros que son muy pequeñitos, hay unos de 10 metros de diámetro, campamentos que se ocuparon por menos tiempo o fue menos gente, entonces la densidad del material es menor”, mencionó.
Sin embargo, resaltó que también detectaron áreas con una densidad de material importante, lo que se interpreta como lugares en los que se instalaron campamentos con más gente y por mayor tiempo.
Áreas protegidas
Respecto a la protección que reciben las áreas de Punta Mazo y Monte Ceniza en San Quintín, Verónica Meza López, coordinadora del programa de protección y gestión de hábitat de Terra Peninsular, explicó que se conjugan varias declaratorias.
“Son predios de la organización, áreas naturales protegidas (ANP) certificadas como Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación, es una categoría de conservación que otorga la Conanp (comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas), muy parecida a reserva de la biosfera o parques nacionales”, declaró.
Apuntó que, como resultado de dicha certificación, se establece un plan de manejo y zonificación que permite al propietario, en este caso Terra Peninsular, proteger y manejar el sitio con respaldo de la Conanp, como cualquier otra ANP.
“Punta Mazo tiene una extensión de 832 hectáreas y se adquirió en 2012, pero se han hecho trabajos de conservación desde hace 15 años; Monte Ceniza se adquirió en 2016, tiene una superficie de 803 hectáreas, y Valle Tranquilo se adquirió en 2013”, comentó Verónica Meza.
Dado que Punta Mazo y Monte Ceniza están ubicados en la bahía San Quintín, adicionalmente se protegen como humedal de importancia internacional por la Convención de Ramsar, como un Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA) por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y como sitio de importancia regional en la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras.
Verónica Meza señaló que en el caso de Valle Tranquilo, en El Rosario, abarca una superficie de tres mil 600 hectáreas y es protegida también como Área Destinada Voluntariamente a la Conservación, desde 2013.
“En general, la idea de las reservas es que exista flujo de gente, de turismo ecológico, aunque sean reservas naturales no son áreas de restricción para los habitantes, únicamente hay control en las actividades, de hecho el aumento en el flujo de gente cumple con los planes de desarrollo”, enfatizó.
Trabajo en superficie
La exploración realizada por las arqueólogas Enah Montserrat Fonseca, Gabriela Mejía Appel y los estudiantes de la ENAH tuvo una duración de tres semanas, entre los meses de junio y julio.
Enah Montserrat Fonseca dio a conocer que como parte del trabajo de campo, realizaron una práctica de reconocimiento de superficie, que consiste en caminar las zonas de forma sistemática para identificar sitios nuevos, registrarlos con sus cédulas e informar los resultados.
“Hacíamos mapas de la extensión de los polígonos de las reservas y estas cartas topográficas tienen recuadros que miden un kilómetro por un kilómetro, era nuestra unidad mínima de muestreo. A partir de esta, caminábamos en transectos para peinar toda la zona y estos se seleccionaban de manera aleatoria”, detalló.
Especificó que los estudiantes caminaron a una distancia de nueve metros entre uno y otro, lo que les dio una alta probabilidad de haber encontrado toda la evidencia de la superficie.
Herramientas y alimentos
La metodología aplicada dio como resultado la detección de cuatro puntas de proyectil, dos cuchillos, diversos raspadores y raederas y numerosas lascas, que son herramientas que están trabajadas por el hombre para cazar presas y posteriormente retirar la piel o la grasa de los animales.
Enah Fonseca apuntó que otro de los sitios fue utilizado como un taller lítico, donde encontraron núcleos de navajas, percutores y lascas de diferentes tipos de materia prima.
“Había huesos también de aves, quemados y otros hervidos, eso te habla de formas diferentes de preparación de alimentos; no encontramos nada de cerámica, que es otro indicador que sí puedes encontrar en el norte pero en estos sitios no había nada de cerámica, entonces habla de una frontera de grupos culturales que no están usando la cerámica”, subrayó.
Aclaró que las muestras no solo proceden de herramientas, sino que también encontraron materiales de desecho por el consumo de moluscos, algunos quemados y otros en los que notaron que se consumieron sin exponerlos al fuego.
Comentó que los materiales recolectados serán clasificados y en el caso de la obsidiana, se harán estudios para identificar su procedencia.
“Lo que se hace es ver la composición de cada uno de los tipos de obsidiana e identificar los yacimientos para ver desde dónde están trayendo esa materia prima”, señaló la investigadora.
Futuras excavaciones
Los trabajos de exploración en los 37 sitios arqueológicos están lejos de haber concluido, ya que por medio de excavaciones, arqueólogos y estudiantes continuarán con la detección de material que ofrezca más detalles sobre las poblaciones que ocuparon la zona.
Enah Fonseca adelantó que seleccionarán los sitios con mejor estado de conservación y diversidad en cuanto a herramientas y materia prima encontradas en el recorrido de superficie; además, volverán a incorporar a los estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia para que den continuidad a los trabajos.
Enfatizó que los materiales que se encuentren podrán nutrir un museo de sitio, así como senderos interpretativos, estrategias útiles para que la población acuda y disfrute la diversidad biológica y arqueológica.
• Arq. Enah Montserrat Fonseca Ibarra
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