Miden intensidad de los tropiezos del sol en su camino al inframundo
Por Paloma Carreño Acuña
Morelia, Michoacán. 11 de julio de 2018 (Agencia Informativa Conacyt.- Al ir cayendo la noche, el sol comienza su viaje al inframundo, si en el camino se tropieza, el mundo entero tiembla con él. La sangre del sacrificio humano es el jarabe para fortalecer el espíritu del dios Sol. Los nahuas aprendieron a medir la intensidad de sus tropiezos con una escala sísmica de glifos, que precede a la escala de intensidades de Mercalli.
El doctor Víctor Hugo Garduño Monroy, adscrito al Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), ha realizado un estudio que permite interpretar el Códice Telleriano Remensis para conocer la escala sísmica que desarrollaron con números mayas y símbolos de los efectos.
En la América precolombina, las culturas utilizaban códices para registrar los acontecimientos cotidianos. Son estos los que han permitido que los investigadores estudien el pasado para conocer la vida y dinámicas de nuestros antepasados.
Garduño Monroy aprendió a utilizar las técnicas de la paleosismología en el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés). En la falla de La Calavera descubrió que los lagos podían ser el escenario para conocer los sismos del pasado, debido a que el movimiento hace que la tierra se sedimente creando estructuras particulares de licuefacción o de colapsos subacuáticos.
"Eso me hizo preguntarme que si en el pasado había lagos, sismos y presencia humana, ¿no habrían sentido los sismos y los habrían registrado en sus diarios de acontecimientos que son los códices?".
Los 12 sismos en el Códice Telleriano Remensis
Es por eso que el investigador comenzó a mirar algunos de los códices que sobrevivieron a la destrucción de los españoles que los consideraron una forma de idolatría. Uno de los más importantes es el Códice Telleriano Remensis, escrito en el siglo XVI, donde se encuentran representaciones de eventos naturales como el clima, erupciones volcánicas y los sismos.
Los códices eran elaborados por los tlacuilos, personas con un amplio conocimiento de la naturaleza, biodiversidad, guerras y problemas sociales. Los tlacuilos asistían a la escuela azteca llamada calmécac, donde aprendían a representar detalles de eventos naturales y sociales en los códices, que dibujaban sobre piel de ciervo, papel amate, algodón y papel hecho a base de pencas de maguey.
"El Códice Telleriano Remensis fue producido en el siglo XVI en México. Su nombre fue establecido por el notable naturalista alemán Alexander von Humboldt en referencia a Charles-Maurice Le Tellier, arzobispo de Reims, quien poseía el manuscrito a finales del siglo XVII. La primera publicación de este códice la hizo Lord Kingsborough en 1840, la cual resultó una edición deficiente en sus dibujos y escritura", expone en su investigación.
Los códices han sido utilizados por los antropólogos principalmente para estudiar los acontecimientos políticos, religiosos y sociales; sin embargo, Garduño Monroy propone que el Códice Telleriano Remensis intenta comunicar una interpretación de los sismos a través de los efectos.
"La intensidad de un sismo es una descripción cualitativa de los efectos. En esta descripción interviene la percepción de las personas, así como los daños materiales sufridos a causa del fenómeno".
El Códice Telleriano Remensis describe 12 eventos sísmicos importantes que se representan con dos símbolos: tlali, que es la tierra, y ollin que es el movimiento, juntos forman el tlalollin. Este símbolo para representar los sismos ya era conocido; sin embargo, lo que suma el investigador es que además de la representación de los efectos de los sismos, los nahuas también generaron una escala de intensidad sísmica.
Escala sísmica náhuatl que se equipara a las modernas
El símbolo tlalollin había sido atribuido a parcelas de tierra, pero Garduño Monroy propone con su investigación que se trata de barras de intensidad de los sismos. Señala que fueron Rojas et al., en 1987, los primeros en sugerir que el glifo tlalollin podría estar relacionado con la intensidad de los terremotos.
"La primera barra tiene un valor de cinco, me sorprendí de llegar a esa conclusión porque significa que los nahuas comprendieron que no valía la pena medir sismos menores a cinco porque son prácticamente imperceptibles, así es como se mide en los laboratorios".
Las barras que siguen tienen un valor de uno, por lo que al observarlas podemos conocer la intensidad de los 12 sismos que están registrados en el códice. "Esta idea se fortalece si se observa la descripción cualitativa de los efectos, ya que corresponden con la intensidad. Esto se concluye desde un enfoque geocientífico".
El glifo del tlalollin que correspondía a las parcelas, ahora parece estar diciendo más, el doctor lo propone así porque las barras eran utilizadas por los mayas como símbolos numéricos, y es una numeración que se expandió por las culturas.
Environmental Seismic Intensity (ESI) 2007, se observan muchas similitudes, desde la forma de medir la intensidad hasta el efecto que se atribuye a esa intensidad, es decir, cómo las personas podrían percibir el sismo, si con el movimiento de los árboles, con derrumbes, las migraciones, entre otros".
"Esta forma de representar los sismos sorprende, ya que si se coloca al lado de una de las más utilizadas en la actualidad,La escala mide la intensidad de V a VIII. "Adicionalmente, este trabajo propone una posible interpretación de los diferentes símbolos de sismos y de sus efectos de acuerdo con lo que se puede interpretar en el Códice Telleriano Remensis. Bajo esta idea, en este códice se habría utilizado una escala de intensidad sísmica de origen precolombino".
El doctor explica —mientras muestra esta imagen de los 12 sismos que se encuentran registrados en el Códice Telleriano Remensis— que se puede observar la intensidad del sismo, los efectos, el año en que ocurrió y comparar estos datos con la escala ESI 2007.
"El sismo cinco que ocurrió en 1425 se ve representado con el símbolo de la muerte; el sismo ocho, de intensidad VII, muestra que hubo movimiento de los árboles, y es así como se describen estos sismos en la escala ESI 2007".
También se puede ver que uno de los sismos más fuertes que se presentaron fue el 12 en 1547 ocasionando importantes migraciones en la zona, por una intensidad percibida de X que en ESI 2007 se equipara con un sismo de VIII en intensidad. "Sin embargo, no se sabe más de este sismo porque sucedió en pleno tiempo de conquista, donde se quemaron muchos registros".
El ojo de las horas
"Es muy interesante observar que dentro del ollin cambian los colores y las formas, específicamente en el centro se ve una forma de ojo que a veces está abierto y otras cerrado, hemos interpretado ese símbolo proponiendo que los nahuas lo utilizaron para describir la hora en que ocurrió el sismo".
El doctor señala que en el Códice Telleriano Remensis se observan unas variaciones en los colores del ollin y en el círculo central del glifo, este último se estima que es un ojo del dios del Sol, Tonatiuh, y que cuando este se dibuja abierto el terremoto habría ocurrido durante el día y viceversa.
Los eventos sísmicos, señala el investigador, guardan una relación muy cercana con el sol para las culturas prehispánicas. En Mesoamérica se medían por soles, generalmente eran atribuidos a mensajes de los dioses sobre los periodos solares.
"El quinto sol es el que acabó en 2012, la terminación de un sol representa el fin de un ciclo, sea un movimiento social, una guerra o un fenómeno de la naturaleza".
Los ollines contienen una gran cantidad de simbolismos que se continúan investigando. Uno de los factores que llama la atención del investigador es que en algunos de los 12 sismos registrados aparecen más de un ollin, que podría estar relacionado con la percepción de réplicas del sismo principal.
También se observa la posición en que son colocados los ollines sobre las barras, el doctor se encuentra actualmente investigando si podría representar la localización del sismo, sea en las capas superficiales de la tierra o en capas profundas. "Podría ofrecer indicios sobre la profundidad del sismo o la lejanía del epicentro. Por ejemplo, ollines ubicados en el interior de varias barras podrían representar eventos sísmicos de alta intensidad con efectos secundarios muy severos".
No fue el río, fue un sismo
Ha sido muy estudiado por los arqueólogos la muerte de aproximadamente dos mil guerreros mixtecos en el río Tuzac en 1507. Había sido históricamente atribuido a un ahogamiento; sin embargo, las investigaciones del doctor Víctor Hugo Garduño indican que en realidad se trató del sismo seis, cuya intensidad fue de VIII.
Un grupo de guerreros caminaba en el curso de un río y sobre las faldas de un monte, la tierra comenzó a temblar provocando un deslave. Entre el lodo, las piedras y el agua, los guerreros fueron conducidos al río que los aprisionaría para siempre.
La narrativa de los hechos cambia según los ojos del observador, es por eso que Víctor Hugo Garduño ha querido poner sobre los fenómenos del pasado los ojos de la geociencia, para aportar elementos que den un mejor entendimiento de lo que pasó.
"No era posible asumir la muerte de tantos guerreros a un suceso aislado, como el ahogamiento, tuvo que haber algo que condicionara a tantos a ese desenlace".
La arqueosismología
El doctor refiere que uno de los problemas en México es que se quiere estudiar el sismo desde la instrumentación, con sismógrafos, hardware y software; sin embargo, son herramientas que no se encuentran disponibles tan fácilmente. Para que esa limitante no impida la investigación, el doctor encontró que existen investigadores que abordan desde la paleosismografía y la arqueosismología, donde el rango de tiempo es más amplio, de cientos y miles de años.
Técnicas que implican mucho trabajo de campo, pero que permiten abordar los sucesos del pasado para conocer eventos sísmicos e interpretarlos, con este método se pueden hacer inventarios, cálculos de magnitudes y recurrencias, es decir, parámetros neurálgicos en la sismología.
"Con la arqueosismología se puede hacer un inventario de los sismos, saber cuáles son, cuándo ocurrieron, cuántos fueron. Implica acudir a los documentos, códices, sitios arqueológicos y encontrar evidencias técnicas parasísmicas".
Así ocurrió en Mitla, Oaxaca, donde se encuentra la segunda ciudad antigua más importante del valle de Oaxaca. Al doctor le sorprendió que hubiera solamente cinco pirámides considerando la relevancia de la zona arqueológica para la cultura. Con sus investigaciones, encontró que hubo un gran derrumbe y afirma que la mitad de las ruinas de Mitla se podrían encontrar debajo de la lengua del gran derrumbe.
La arqueosismología ha permitido que se interpreten los códices para conocer que hace más de 800 años nuestros antepasados ya tenían una escala sísmica que les posibilitaba medir la intensidad de los sismos. Esta escala permite observar el entendimiento que tenían las culturas precolombinas de los fenómenos naturales.
Víctor Hugo Garduño Monroy es profesor investigador en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Sus estudios se centran en la paleosismología y arqueosismología. En los últimos años aplica la potencialidad sísmica en fallas involucradas con campos geotérmicos y zonas volcánicas activas. |
• Dr. Víctor Hugo Garduño Monroy
Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra, UMSNH
Edif. U-3 Ciudad Universitaria, CP 58060
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
(00 52 443) 322 3500 ext. 4019
Esta obra cuyo autor es Agencia Informativa Conacyt está bajo una licencia de Reconocimiento 4.0 Internacional de Creative Commons.