Calle Alejandro Graham Bell
Por Ana Luisa Guerrero
La invención del teléfono se le atribuye a Alejandro Graham Bell. En la ciudad de México, en la colonia Ampliación Sinatel, una calle le hace homenaje llevando el nombre de un científico que nació en el seno de una familia que se dedicó a la locución y corrección de la pronunciación; se cree que su interés por las investigaciones en torno a la escucha y el habla se debe a que su madre y su esposa eran sordas.
En 1876 obtuvo la patente del teléfono en Estados Unidos, aunque el italiano Antonio Meucci había desarrollado anteriormente el aparato y a quien se le reconoció el invento hasta el 11 de junio de 2002.
Graham Bell tomó algunas clases en la Universidad de Edimburgo y en el University College londinense, aunque su formación fue autodidacta. Sus primeros estudios sobre sonido los hizo en la Weston House Academy de Elgin y años más tarde, en 1868, fue asistente de su padre en Londres. La familia se mudó a Canadá, donde se dedicó publicitar el sistema de aprendizaje para sordos, obra de su padre.
Posteriormente viajó a Boston donde se dedicó al desarrollo del “telégrafo armónico” y dio clases privadas para sordos por medio del sistema creado por su padre.
En 1873 fue nombrado profesor de fisiología vocal en la Universidad de Boston, donde en colaboración con el mecánico Thomas Watson, diseñó un aparato para interconvertir el sonido en impulsos eléctricos, se trató del teléfono.
El 9 de octubre de 1976 ambos científicos hablaron por teléfono el uno con el otro a través de un alambre tendido entre Cambridge y Boston; fue la primera conversación mantenida a través de un alambre.
Pronto, este aparato de comunicación a larga distancia fue escalando popularidad, provocando 600 controvertidos litigios de inventores que se atribuía la patente.
En 1880 Alejandro Graham Bell recibió el premio Volta y con el dinero obtenido desarrolló el grafófono, uno de los primeros sistemas de grabación de sonido.
En 1922 murió dejando 18 patentes a su nombre y 12 más con colaboradores, entre ellas destacan del teléfono, el telégrafo, el fotófono, el fonógrafo, vehículos aéreos, hidroaeroplanos y células de selenio. Sus inventos eran de diversas áreas, como la creación de un “pulmón de acero” para ayudar a la respiración, un aduímetro para detectar problemas de audición leve, un dispositivo para localizar icebergs, así como trabajos para separar la sal del agua de mar y sobre combustibles alternativos.
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