¿Qué tan confidencial es mi expediente clínico?
Boletín de prensa
7743/2018
Ciudad de México. 25 de julio de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- En 2016, mientras Itzelle Medina Perea cursaba su maestría en la Universidad de Sheffield, el Servicio Nacional de Salud en Inglaterra tenía autorización para compartir los datos de los pacientes con las autoridades de migración. Las autoridades migratorias utilizaban esta información para identificar a personas sospechosas de residir de manera ilegal en el país y tomar acciones contra ellas.
Durante ese año, las autoridades migratorias rastrearon a más de cinco mil 854 personas en Inglaterra gracias al flujo de datos personales con las autoridades de salud, un hecho que impactó a Itzelle Medina, quien estudiaba las implicaciones éticas del uso del big data en América Latina.
Hoy, usar la información del sistema de salud pública de esta forma se considera una práctica injusta ya que pone en riesgo el derecho a la privacidad de los individuos, y desde mayo de este año el gobierno de Reino Unido anunció que el sector salud ya no compartirá información con las autoridades migratorias a menos que se trate de la investigación de un crimen severo.
Esta resolución resulta benéfica para los sistemas de salud y para la sociedad, pues compartir sus datos con las autoridades migratorias ocasiona varios problemas. Primero, que las personas dejen de asistir a sus citas por temor a ser detectadas y deportadas, y corran el riesgo de perder el acceso a la salud. Segundo, además de la pérdida individual existe un riesgo social, si las personas con enfermedades infecciosas deciden no atenderse, aumenta el riesgo de contagio en la comunidad y un problema individual se puede transformar en un problema de salud pública, explica Itzelle Medina.
AN/AT/FV/7743/2018