De la economía a la psicología social
Por Nistela Villaseñor
México, DF. 15 de julio de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- El doctor Víctor Alejandro Payá Porres nos compartió cómo de tener un interés en la arquitectura –en su niñez–
inició después la carrera de economía y terminó especializándose en psicología social.“Mi papá tenía una herrería, y una vinculación con los arquitectos; desde niño me llevaba a los despachos que estaban en frente de la alameda central, en donde yo podía ver los restiradores, los dibujos, los colores, sentir el olor de la papelería, de las gomas, de los lápices, que hasta la fecha es algo que a mí me atrae”, dijo.
Cuando ingresó al Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), Payá Porres tomó materias optativas como psicología y economía. De ahí surgieron, desde la perspectiva más humanística y social, una serie de intereses e inquietudes que para él son importantes.
“Primero, que la realidad no es algo que se da de una manera natural; el problema de las distinciones y el problema de las desigualdades es algo que tiene que ver con formas de constitución y construcción en cada cultura y en cada sociedad”, expresó.
Segundo, el amor a la lectura. “A mí me impactaron mucho mis clases de literatura en el CCH. Es decir, hay libros que a mí me marcaron, como Las siete tragedias de Sófocles, que para mí era algo enigmático. Yo empezaba a leerlos y los libros me empezaban a atrapar”, rememoró el investigador.
Payá Porres, quien es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), inició la carrera de economía en una época en donde todavía el discurso político y marxista era predominante en la universidad. “Abandono la arquitectura y me voy a la economía en su lado más humanístico, social y también político”, comentó.
A mitad de sus estudios, se dio cuenta de que un buen economista trabaja con instrumental matemático, en términos de modelos econométricos. “A mí no me convence mucho eso, no me convence mucho meter la realidad en esquemas lógicos, racionales, que encajan perfectamente, porque siempre algo de esa realidad escapa. Y me doy cuenta de que a mí me interesan más las humanidades”, manifestó.
Así fue como terminó la Licenciatura en Economía e inició –aunque no concluyó– la Maestría en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Es ahí donde las ciencias sociales, la sociología, la antropología y posteriormente el psicoanálisis empezaron a formar parte de su interés por entender la naturaleza del hombre, la “condición humana que siempre está en relación con el otro, en términos de distinción, diferencia, competencia, desigualdad, conflicto, como parte inherente a los seres humanos”, abundó.
El ahora miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) continuó su camino en el área de las ciencias sociales. “Después hice la Maestría en Sociología Política en el Instituto Mora, y posteriormente culminé mi formación de posgrado en la UAM con el Doctorado en Ciencias Sociales, con una especialidad en psicología social de grupos e instituciones. Curiosamente tengo una afición por el psicoanálisis en la actualidad”, indicó.
Dinámica familiar: un peculiar interés
Víctor Alejandro Payá Porres tiene un particular interés y ha desarrollado sus proyectos de investigación enfocados en el estudio de la dinámica familiar; de ahí nacieron tres libros: El don y la palabra; Institución, familia y enfermedad mental; y Mujeres en prisión. Un estudio socioantropológico de historias de vida y tatuaje; editados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán y la editorial Juan Pablos Editor.
Según el especialista, el tema de la prisión se relaciona con su historia familiar en la medida en que su padre fue refugiado español de los Niños de Morelia y llegó a un internado. “Después de mucho reflexionar veía que parte de las historias que nos contaba en la niñez surgieron en mi inquietud de la vida en las prisiones y el encierro forzado, incluso con muchas similitudes, guardando toda proporción en lo que es un internado”, mencionó.
Como antropólogo, sociólogo y estudioso de los seres humanos, Payá Porres ve en los tatuajes de hombres y mujeres en prisión elementos que trata de entender y descifrar antes que juzgar.
“El sociólogo que trabaja en situaciones concretas, a través de la intervención directa en instituciones, comunidades, barrios o grupos, en realidad tiene que suspender en buena medida sus juicios, independientemente de que tenga sus propios valores para tratar de entender cómo la acción social de los seres humanos, que buscan muchas veces prestigio, reconocimiento o estar dentro del juego del deseo del otro, adquiere valores que no necesariamente concuerdan con los generales de la sociedad”, advirtió.
¿Y los tatuajes?
A pregunta expresa de si tiene algún tatuaje o le gustaría hacerse uno, el entrevistado aseguró que tiene un problema de salud: cicatrización queloide. “Me da un poco de miedo marcarme con algún tatuaje que me pueda gustar y que el objetivo no sea el esperado. Se ha quedado como un deseo, tampoco tan obsesivo. En algún momento ha pasado por mi cabeza pero no es algo que esté dentro de mis propósitos, como visitar un médico o tratar de darle un seguimiento mucho más clínico o cuidadoso”, compartió.
Consideró que el hombre piensa en la posibilidad de un tatuaje porque es algo que decora el cuerpo como un ornamento. Los seres humanos, independientemente de no estar tatuados, ornamentan su cuerpo, enfatizó.
“La propia manera en que nos vestimos o ponemos ciertos distintivos que nos individualizan o que nos dan cierto reconocimiento social, como un pin, que es un emblema de la universidad o de la institución; el propio maquillaje; la manera de peinarse o de ornamentar las manos que hace cada cultura, habla de que los seres humanos nos avergonzamos un poco de la masa de la cual estamos hechos en la vida, de nuestra desnudez, estrictamente”, afirmó.
De alguna manera, “pasar de esta parte de la naturaleza a la cultura, como diría el antropólogo francés Lévi-Strauss, es pasar por estas marcas simbólicas del cuerpo”, finalizó Víctor Payá Porres.
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