Con herramientas genéticas buscan contener la malaria
*Experto del Cinvestav estudia cómo al inhibir la expresión de un gen del mosquito transmisor se redujo la reproducción del parásito causante de esta infección
Para combatir la malaria se han utilizado diferentes estrategias que abarcan desde insecticidas contra los mosquitos anofeles que la transmiten hasta medicamentos, vacunas y medidas de control ambiental. Con ello, se ha logrado reducir en un 47% la mortalidad global de esta infección desde 2000.
Sin embargo, aún no se puede cantar victoria, pues el paludismo –como también se conoce a esta enfermedad–, sigue causando la muerte a 627 mil personas cada año, la mayoría de ellas menores de 5 años en el África subsahariana. Por otra parte, como resultado del proceso evolutivo, el parásito y su vector cambian, generando nuevas formas de evadir las medidas de control.
Ante ello, diversos grupos científicos ahora estudian la interacción entre ciertos genes del mosquito y los parásitos del género Plasmodium, que son transmitidos al ser humano a través de la picadura del insecto. Una estrategia que se ha propuesto para controlar la transmisión de la enfermedad es modificando a los mosquitos, para hacerlos “refractarios” al desarrollo del parásito y, por lo tanto, incapaces de propagar la infección.
Fidel de la Cruz Hernández, del Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) es uno de los expertos mexicanos que han trabajado sobre esta línea y, entre otros temas de investigación, ha estudiado un gen del mosquito Anopheles conocido como croque-mort (enterrador en francés).
El producto del gen “enterrador”, descubierto originalmente en la mosca de la fruta Drosophila melanogaster, y que existe también en el mosquito Anopheles transmisor del paludismo, literalmente se “come” los desechos, incluyendo microorganismos muertos. Por estos antecedentes se esperaba que croquemort daría resistencia al mosquito ante la infección por Plasmodium.
El grupo liderado por el investigador y Mónica Gonzalez-Lázaro en colaboración con científicos de la Universidad de Baltimore (Maryland, EU), suprimió la expresión del mencionado gen con la hipótesis de que se multiplicaría la reproducción de los parásitos causantes de malaria. La sorpresa fue que se observó el efecto contrario, es decir, al “apagar” el gen se inhibió también la reproducción del Plasmodium.
“Aparentemente el parásito sigue una estrategia similar a la del VIH, el virus causante del Sida, en cuanto a que utiliza el sistema inmunitario del mosquito para reproducirse”, comentó De la Cruz Hernández.
En la lucha contra esta enfermedad, las medidas más efectivas se han dirigido a modificar la densidad de la población de mosquitos transmisores. En años recientes se han propuesto nuevas estrategias basadas en aplicaciones de la biología molecular.
De la Cruz Hernández explicó que este tipo de tecnología ya es accesible en países como Inglaterra, donde la compañía Oxitec patentó una variedad de mosquitos modificados genéticamente en la cual las hembras no pueden remontar el vuelo, condición indispensable para aparearse.
Por ello, el académico del Cinvestav consideró que podrían ser una opción para combatir no sólo al mosquito Anopheles, sino a muchos otros insectos patógenos. “Esta misma tecnología podría utilizarse para combatir plagas agrícolas como la mosca de la fruta mexicana o el salivazo de la caña”.
El científico recordó que gracias a las medidas sanitarias aplicadas, el paludismo se mantiene controlado en el país, pese a que tiene todas las condiciones geográficas para su transmisión, sobre todo en los estados de Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Puebla y Tamaulipas.
Por estas razones, sugirió no “bajar la guardia” ante esta infección, pese a que la variedad del parásito en México y que en el pasado causó problemas es el Plasmodium vivax, que no es tan peligroso, potencialmente mortal, como el Plasmodium falciparum presente en África.
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