Los científicos mexicanos detrás de los sensores de profundidad en HAWC
Boletín de prensa
6699/2018
Ciudad de México. 12 de enero de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- A cuatro mil 100 metros sobre el nivel del mar, en el volcán Sierra Negra o Tliltépetl, en Puebla, 300 tanques, cuyo interior resguarda 54 millones de litros de agua (180 mil litros por cada uno), observan día y noche el cielo, un tercio de la bóveda celeste para ser precisos; su objetivo, captar los rayos gamma —la luz de más alta energía— que se producen en el universo y que llegan a la Tierra.
Fue el 20 de marzo de 2015 cuando concluyeron oficialmente los trabajos de instalación de esos 300 tanques (aunque su operación comenzó antes) que en conjunto conforman el Observatorio de Rayos Gamma HAWC (High Altitude Water Cherenkov), cuya construcción fue resultado de una inversión de 55 millones de pesos provenientes de un acuerdo de colaboración entre 30 instituciones encabezadas por la National Science Foundation (NSF) de Estados Unidos y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Los tanques funcionan bajo el principio de Cherenkov —efecto que ocurre en el agua como indicador de la incidencia de rayos gamma provenientes del espacio— y cuenta con una configuración única en su tipo a nivel mundial. Esos rayos gamma, descritos en las palabras del doctor Andrés Sandoval Espinosa, representante en México de la colaboración HAWC, no son otra cosa que luz de la más alta energía (imperceptible para el ojo humano), millones de veces más fuerte que la luz visible.
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