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La igualdad de género desde la neurociencia

Boletín de prensa

7608/2018

Ciudad de México. 4 de julio de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Hilary es panameña y dice que se siente tan chica como cualquier otra, pero lo dice después de haber pasado por un difícil proceso de aceptación.

A los 17 años, Hilary se sometió a una cirugía para tratarse una hernia en la pelvis, pero unos días después le dijeron que lo que le habían extirpado era un testículo. Después de varias pruebas, el genetista tenía un diagnóstico: Hilary padecía el síndrome de insensibilidad a los andrógenos. Tenía un cromosoma X y uno Y, es decir, tenía un genotipo masculino, pero sus células no eran capaces de responder a la testosterona y por lo tanto su desarrollo y su apariencia física son las de una mujer.

En los mamíferos, el sexo está determinado por un par de cromosomas, en las hembras por dos cromosomas X y en los machos por los cromosomas XY.

“El cromosoma Y tiene muy pocas funciones, esto es algo que no le gusta oír a los varones, pero es el único cromosoma cuya ausencia es compatible con la vida. Existe una condición llamada síndrome de Turner, en el que los individuos carecen de ese cromosoma y son viables, y son fenotípicamente mujeres. Casi lo único que hace el cromosoma Y es diferenciar la cresta genital; si el individuo porta un cromosoma Y, esa cresta genital va a derivar en un testículo, si no lo porta, si porta dos cromosomas X, el individuo va a desarrollar un ovario”, explica José Alonso Fernández-Guasti, investigador del Departamento de Farmacobiología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

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AN/AT/FV/7608/2018

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