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Entre mestizaje y discriminación: los hallazgos de PERLA

Por Susana Paz

México, DF. 19 de febrero de 2015. (Agencia Informativa Conacyt).- Cuáles son los procesos de discriminación, desigualdad y maneras de integración de las minorías étnicas con el resto de la sociedad y cómo se establecen las identidades nacionales en México, Brasil, Colombia y Perú, fueron algunas preguntas a las que respondió el proyecto Etnicidad y Raza en América Latina (PERLA, por sus siglas en inglés).

Se trata de una investigación que inició a finales de 2008 a iniciativa del profesor Edward Telles de la Universidad de Princeton, Estados Unidos, y que en México coordinó la doctora Regina Martínez Casas, profesora en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), uno de los 27 centros que conforman al Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y subdirectora de docencia de la misma instancia.

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El proyecto, al cual se integró Martínez Casas a finales de 2009 para liderar el equipo en México, consistió en elaborar un conjunto de encuestas que luego fueron contextualizadas para estudiar cómo se establecen las identidades nacionales en los cuatro países más poblados de América Latina: Brasil, Colombia, Perú y México, y de esta manera conocer cómo, a partir de la concepción de identidades nacionales, se construyen a los “otros”, denominados minorías, grupos étnicos o minorías etnoraciales.

“La idea de este proyecto es entender por qué, habiendo estudiado hace mucho tiempo que América Latina es la región con más desigualdad en el mundo, no podemos entenderlo completamente, porque las explicaciones que nos suelen dar son macroeconómicas. Pero nosotros sabemos que esta desigualdad se materializa en el día a día en relaciones interpersonales difíciles, en ocasiones discriminatorias y que condicionan el acceso para diferentes sectores de las sociedades al ámbito escolar, el empleo y servicios de salud”, explicó la especialista.

Esta investigación conjugó los esfuerzos de varias instancias al ser interdisciplinaria y multinacional, y arrancó bajo la iniciativa de la Universidad de Princeton, el apoyo financiero de la Fundación Ford, y en México con la colaboración del Conacyt y el CIESAS.

¿De qué color es tu piel?

En México se realizaron mil encuestas a sujetos mayores de 18 años –mitad hombres y mitad mujeres– que se aplicaron en todo el país, excepto Tamaulipas, porque en ese momento la situación en dicha entidad impedía que se hiciera trabajo de campo que garantizara la seguridad de los encuestadores, afirmó la doctora Martínez Casas.

Además, hicieron dos sobremuestras: 750 encuestas en comunidades y regiones indígenas, y otras mil en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, donde se concentra la mayor población afromexicana.

En el caso de los indígenas, hicieron el sobremuestreo en la península de Yucatán, en la región purépecha en Michoacán y en la Ciudad de México en barrios donde hay grupos importantes para conocer qué pasa con los indígenas que viven en ciudades. También se realizó en Guerrero y Oaxaca, cerca de la Costa Chica que es una zona de contacto de afrodescendientes y pueblos indígenas diversos, y otra en el sur de Querétaro, en una región de contacto otomí, mazahua y, en menor medida, purépecha.

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“Tenemos un total de casi 3 mil encuestas aplicadas a nivel nacional, con exactamente las mismas preguntas, alrededor de 140, pero orientadas a diferentes sectores. Una que nos sirve de marco, que es la nacional, en donde aparecen quiénes, en el contexto mexicano, se identifican como indígenas, con diferentes criterios; pero también preguntamos sobre las otras identidades que normalmente no exploramos en México y encontramos que dos terceras partes de los mexicanos declaramos ser mestizos”, explicó la experta.

Incluyeron además un instrumento de medición que fue calificado en su momento como “polémico” según la investigadora, al que denominaron “paleta de color”, que se utilizó de tal manera que los entrevistadores tenían que identificar, a partir de una escala cromática, el tono de piel de la cara de los entrevistados, sin que ellos supieran que estaban siendo clasificados.

“Se trataron así dos criterios de clasificación externa, en los que el entrevistador determina qué identidad le atribuiría a su entrevistado, simplemente por verlo, y también el uso de la escala cromática; porque sabemos en buena medida que la discriminación en toda la región, pero en concreto en México, se detona a partir de cómo percibimos a las personas”, comentó la especialista.

Si bien no midieron todos los componentes o factores que detonan discriminación, porque no utilizaron algunos criterios que tienen que ver con ella como orientación sexual y discapacidad, sí usaron los aspectos que se manejan en la literatura internacional, sobre todo a partir de investigaciones muy extensas que se llevan a cabo en países como Estados Unidos, que han detectado que generan discriminación y que pueden condicionar desigualdad.

Según la doctora Martínez Casas, este tipo de investigaciones se habían efectuado solamente en Brasil pero no en los otros tres países hispanohablantes, o bien se habían hecho para localidades particulares pero no existía un estudio a nivel nacional.

Mestizos y paradojas

Al ser coordinado por el CIESAS, un centro especializado en antropología social, el proyecto tiene un marco fundamentalmente socio-antropológico en el que retoman, según palabras de la investigadora, elementos de la historia de las ideologías en México que se remontan a la época de los primeros contactos entre europeos y americanos, y que establece derechos diferenciados para los sectores de la sociedad.

“Luego esto se va transformando a lo largo de la Colonia y después, con el movimiento de Independencia, surge ese esfuerzo por constituirnos como una sola nación, y a partir de la Revolución Mexicana existe un fuerte discurso nacionalista que de alguna manera refuerza la ideología del mestizaje. Y encontramos los resultados, aparentemente contradictorios, en los que prácticamente todos los mexicanos declaramos ser mestizos, pero también somos muy conscientes que somos un país que discrimina. Es como si el discurso o la ideología del mestizaje fuera incompleta”, aseveró.

Y es que dijo que no había existido una encuesta anterior que indagara en cómo nos identificamos los mexicanos y por qué. Entonces, uno de los principales objetivos era explorar los diversos significados que subyacen al fenómeno del mestizaje en el país. Los resultados indicaron que la mayor parte de los mexicanos se identifican como mestizos.

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El 65 por ciento de los encuestados declaró ser mestizo y el 74 por ciento fue clasificado externamente por los encuestadores con la misma categoría. Esto sugiere que la identidad mestiza se ha convertido en sinónimo de mexicanidad, de acuerdo a la investigadora.

“Pero encontramos otra cosa que fue muy sorprendente, y es que el factor que más influye sobre esta autodeclaración como mestizo es la escuela. Por cada año que un mexicano atiende una institución escolar, se incrementan las probabilidades de que se identifique como mestizo. Eso de alguna manera nos permite abonar en las investigaciones que se han realizado en la antropología educativa pero también en la historia de la educación en México, que proponen el modelo de escuela que nos enseña a todos básicamente los mismos valores, y por eso existen los libros de texto gratuitos y los planes de estudios unificados, lo que crea modelos de imaginarios homogéneos”, expresó la investigadora.

Y afirmó que si bien los mexicanos se perciben básicamente como iguales, en términos identitarios también se conciben distintos, porque al mismo tiempo que reconocen el proceso del mestizaje celebran la diversidad.

“Lo paradójico es que la población que declara haber sufrido más discriminación es la indígena, que por otro lado es la que consideramos que hay que celebrar y defender como un componente histórico identitario que nos hace únicos en el continente y que fundamenta la mexicanidad”, dijo la especialista.

Para Martínez Casas, existe una “aparente” paradoja de sentirnos orgullosos de los símbolos que aporta el componente indígena de México, pero al mismo tiempo la población indígena ha declarado mayor discriminación, al igual que diversos indicadores que tienen con ver con exclusión.

“Vemos que la población indígena mexicana es la que tiene la menor escolaridad de todos los que estudian en los cuatro países; pero además, comparando la población indígena de estos países, la mexicana es la que sale con más desventajas. A pesar de que en México tenemos muchísimos años de políticas indigenistas que buscan mejorar sus condiciones de vida, la realidad es que siguen teniendo un acceso diferenciado a servicios básicos a los que todos tenemos derecho”, aseveró.

PERLA reveló que la población menos escolarizada en estos cuatro países encuestados fue la de los indígenas mexicanos, donde estos apenas cuentan con seis años de estudios, contra los casi nueve años de los indígenas de Colombia y los 11.2 años de educación de los indígenas de Perú.

Estética discriminatoria 

Independientemente del color de piel, del origen étnico de los padres o abuelos, alrededor del 10 por ciento de los encuestados declaró ser blanco y un 13 por ciento declaró ser indígena.

Un dato revelador que detectó PERLA fue que en México un 67 por ciento de personas encuestadas refieren haber presenciado actos de discriminación por motivos económicos o de pobreza, cifra superada por Colombia con un 73 por ciento, y Perú con un 76 por ciento.

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Otros hallazgos encontrados fueron que en México, un 55 por ciento de la muestra analizada mencionó haber atestiguado actos discriminatorios por el color de la piel, contra un 70 por ciento en Perú, 74 por ciento en Colombia y 42 por ciento en Brasil, lo que reflejó una alta tendencia de exclusión ante grupos minoritarios o vulnerables, a pesar de que estos países se definen como sociedades multiétnicas y multiculturales, como mencionó la doctora Martínez Casas.

“Las personas de tez más clara tienden a permanecer más años en la escuela y cuando vemos su inserción en el mercado de trabajo, está el dato que probablemente es el más preocupante de todos los que encontramos: que en México una persona de tez clara tiene 11 por ciento más de probabilidades de encontrar un empleo acorde a su formación escolar que una persona de tez oscura con la misma formación. Y eso nos remite a un comentario de una de las personas que asistió al seminario en donde presentamos los resultados, sobre esas notas que uno encuentra en las ofertas de trabajo, que además de los requisitos de edad, escolaridad, exigen buena presentación. En México tendemos a asociar ciertos estándares de estética con el tono de piel, cosa que va en contra de cómo nos percibimos”, acotó.

De esta manera, PERLA detectó la falta de oportunidades que hay en los países analizados de conseguir mejores empleos para las personas de piel oscura. En México, una persona de piel clara con estudios universitarios tiene 11 por ciento más posibilidades de conseguir un trabajo mejor pagado, contra un cuatro por ciento de probabilidades de un ciudadano con una piel menos clara, según resultados de la investigación.

Es decir, en México las personas de piel clara tienen cuatro veces más probabilidades de encontrar un empleo acorde a su formación universitaria, mientras que Brasil, Perú y Colombia muestran diferencias menores. A pesar de esto, en toda América Latina se detecta la misma tendencia de encontrar a personas más escolarizadas y de piel clara en trabajos mejor remunerados que aquellas que tienen la piel oscura.

Esta tendencia, se detectó en el estudio, es inversa en lo que se refiere a quienes ocupan empleos como jornaleros, campesinos o trabajadores domésticos. En México, un 49 por ciento de habitantes con piel oscura realizan estos trabajos, contra el 24 por ciento de personas con piel clara.

“Hay otra serie de preguntas en el cuestionario acerca de quiénes son los personajes que han sido los más importantes para la historia de México y qué tanto orgullo tenemos de ser mexicanos, y la mayor parte responde que tienen mucho orgullo, que los mestizos y los indígenas han sido muy importantes para la construcción de la historia de este país; pero ya cuando vemos qué sucede en el día a día de cuánto estudiamos, qué trabajos tenemos, cuánto nos pagan, resulta que las personas de tez clara están en una posición de ventaja frente a personas de tez más oscura”, aseveró la experta.

El primer resultado de PERLA fue la publicación del libro titulado Pigmentocracies. Ethnicity, race and color in Latin America, editado por The University of North Carolina Press, que se traducirá al español en los próximos meses.

Hacia un México incluyente 

Regina Martínez Casas es doctora en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el nivel II y tiene una larga trayectoria en estudios lingüísticos y antropológicos.

“Lo que nos interesa es, por un lado, dar a conocer los resultados a otros colegas académicos. CIESAS, como parte del sistema Conacyt, es uno de los centros que tiene más información en el terreno de la convivencia y la vida cotidiana de los mexicanos. Nos interesa que otros investigadores conozcan estos datos, porque creemos que se puede contribuir con esta información a entender mejor cómo funciona la sociedad que ahora está poco articulada”, expresó.

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Además, les interesa tener una vinculación más estrecha con quienes diseñan políticas públicas y toman decisiones, porque en su opinión, mientras persistan los fenómenos que detonan discriminación y desigualdad, seguirá siendo una sociedad poco incluyente y desigual.

“Sabemos, por investigaciones que se han hecho tanto en México como en otros países, que eso conduce no solo a sociedades fragmentadas, sino que condiciona efectos adversos como deserción escolar, incremento de la violencia y otro tipo de fenómenos con los que no nos metimos de manera directa en la encuesta, pero que se pueden deducir por el alto reporte de experiencias de maltrato y discriminación”, consideró.

A su juicio, investigaciones y resultados como los que arroja este proyecto buscan contar con buenos insumos y herramientas, que permitan estructurar políticas públicas que traten de erradicar la discriminación y que busquen generar una sociedad menos desigual.

Además, les resulta necesario vincularse con los medios de comunicación y la sociedad civil organizada, porque saben que en esta última hay una gran cantidad de grupos que buscan mejorar la cultura de derechos humanos en México, y este tipo de datos les pueden aportar elementos para fortalecer su agenda y poder exigir, con una base empírica más sólida, el acceso igual de derechos para poblaciones que actualmente no los tienen.

“Creemos también que un espacio muy importante es la escuela, ya que encontramos que en ella se conforma en buena medida cómo nos imaginamos los mexicanos, sabemos que los niños son altamente impresionables; entonces pensamos que si en las escuelas se fortalece una concepción de un México incluyente, donde la diferencia no va en detrimento de nuestra conformación como país sino que contribuye a ser mejores, podríamos aspirar a tener en el futuro jóvenes que vivan en una sociedad donde se discrimina menos”, finalizó la investigadora.

 

 

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