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Evaluación de las azoteas verdes: una perspectiva diferente

Por Carmen Báez

México, DF. 3 de febrero de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- En los últimos años, la tendencia hacía los muros y azoteas verdes ha ido en aumento en metrópolis de Norteamérica y Europa, en particular en ciudades con clima frío e inviernos largos. Pese a que no existen datos científicos que respalden su implementación en ciudades con climas subtropicales, la Ciudad de México lleva la vanguardia en esta tendencia arquitectónica en el país, afirmó el investigador Érik Velasco Saldaña.

El doctor en Ingeniería Ambiental por la Universidad Estatal de Washington (WSU, por sus siglas en inglés), explicó para la Agencia Informativa Conacyt que existe una creencia equivocada respecto a los beneficios ambientales que generan este tipo de construcciones.

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Una de las razones más importantes por las que se recomiendan los techos verdes es que ayudan a la captura de carbono atmosférico. Sin embargo, dijo, no existen estudios que lo comprueben.

El especialista señaló que la tasa de secuestro de dióxido de carbono (CO2) depende de la biomasa disponible y no del área cubierta con vegetación. Las especies que se emplean en edificios verdes se limitan a pequeños arbustos, plantas ornamentales y pasto, cuya biomasa es muy inferior comparada con la de cualquier árbol. Además, resaltó que no debe olvidarse el CO2 emitido por las raíces y microorganismos del subsuelo.

"Cuando consideramos ambos componentes, la fotosíntesis y la respiración del suelo, el secuestro de carbono es casi nulo y en algunos casos puede ser negativo; es decir, los bosques urbanos pueden ser fuentes de emisión en lugar de sumideros de CO2 a la atmósfera, a diferencia de lo que se piensa, es uno de los resultados que hemos encontrado de acuerdo con una revisión sobre mediciones de flujos de carbono en ciudades”, explicó.

“En un artículo que tenemos actualmente en revisión analizamos los resultados de nuestros estudios en México y Singapur en conjunto, y los comparamos con resultados obtenidos en ciudades de Europa y Estados Unidos. Esperamos tener publicado este tercer artículo para mediados de este año", comentó.

Velasco Saldaña, quien colabora con instituciones mexicanas en la medición de flujos de gases de efecto invernadero en la Ciudad de México, dijo que para construir un muro o azotea verde se requiere de una infraestructura especial, lo que representa un costo muy elevado al considerar diversos factores.

"Si un edificio de 10 o 15 pisos lo queremos cubrir de plantas, tendríamos que instalar, en un principio, una estructura donde colocarlas. Esta estructura, además de representar un costo adicional, sería un peso extra para la construcción. La mayoría de los edificios existentes no soportarían dicho peso, ya que no fueron diseñados para ello", explicó el investigador.

"El costo por metro cuadrado para instalar un muro verde va de 20 a 30 dólares, a esto habría que sumar los costos por impermeabilización y mantenimiento [...] Aparentemente solo se sigue una tendencia porque vende muy bien y es lo actual, pero no se ha hecho un análisis completo de todo lo que implica", continuó.

El investigador con experiencia en climatología urbana y mitigación de gases de efecto invernadero en ciudades subtropicales destacó que, pese a lo que se cree, los techos verdes no generan un beneficio real en el confort climatológico de los ciudadanos.

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Dijo que la biomasa reducida de los techos verdes no representa un incremento significativo en la evapotranspiración de la ciudad, además de que las actividades diarias se realizan a nivel de piso y no en azoteas.

Por otro lado, resaltó que si lo que se quiere es disminuir la energía solar que reciben los edificios podrían investigarse otras alternativas, tales como la instalación de calentadores solares de agua o paneles fotovoltaicos que ayudarían a disminuir el consumo de electricidad. Además, planteó la necesidad de sustentar medidas de mitigación y mejoramiento ecológico, como el uso de la arquitectura verde a través de información científica, que considere las condiciones y necesidades de las ciudades.

El doctor Velasco Saldaña subrayó que existen artículos científicos que analizan los beneficios de la vegetación urbana, incluyendo la arquitectura verde (cuestiones sociales, educativas y de convivencia). Sin embargo, en el tema de microclima estos estudios sugieren que los beneficios dependen de las características de la vegetación; los árboles grandes y frondosos son los que mayor beneficio generan.

“Por ejemplo, el doctor Hashem Akbari en su artículo (“Shade trees reduce building energy use and CO2 emissions from power plants”, publicado en 2002 en la revista Environmental Pollution) concluyó que los arboles urbanos pueden reducir las emisiones de CO2, no a través de la fotosíntesis pero sí de manera indirecta con sombra que produce su dosel. Entre más frondoso sea un árbol, mayor sombra genera y si su posición dentro de la morfología urbana es la adecuada, esto podría tener un impacto positivo en la reducción de energía eléctrica, por el uso de aire acondicionado/calefacción”, explicó el investigador del Singapore-MIT Alliance for Research and Technology (SMART).

Por otro lado, de acuerdo con el artículo “Carbon sequestration and greenhouse gas emissions in urban turf”, publicado por las investigadoras Amy Townsend-Small y Claudia I. Czimczik en una revista indexada en 2010, las emisiones asociadas con el sistema de irrigación, poda y mantenimiento de un campo deportivo, más las emisiones por respiración del suelo, superan el secuestro de carbono por fotosíntesis del mismo campo.

¿Quién es Érik Velasco?

Estudió la licenciatura en Ingeniería Mecánica y maestría en Ingeniería Ambiental en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Realizó un doctorado en Ingeniería Ambiental en la Universidad Estatal de Washington (WSU), y estancias posdoctorales en el Molina Center for Energy and the Environment (MCE2) y la Universidad Nacional de Singapur (NUS, por sus siglas en inglés). Ha colaborado con diferentes instituciones mexicanas como el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) y la Secretaria de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal (Sedema). Actualmente trabaja en el Center for Environmental Sensing and Modeling, del Singapore–MIT Alliance for Research and Technology (SMART).

 

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