Identifican pigmentos que demuestran la autenticidad del Códice Maya de México
Por Israel Pérez Valencia
Santiago de Querétaro, Querétaro. 12 de octubre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Investigadores del Departamento de Materiales del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), unidad Querétaro, colaboraron con el consorcio integrado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, en la autentificación del Códice Maya de México, conocido anteriormente como Códice Grolier.
El equipo de trabajo integrado por los investigadores Reina Araceli Mauricio Sánchez, Francisco Rodríguez Melgarejo y Martín Adelaido Hernández Landaverde, con la dirección del doctor Omar Jiménez Sandoval, llevó a cabo estudios analíticos de micromuestras de materiales que constituyen la imprimatura —la capa de preparación o pictórica— y los pigmentos del códice, así como de materiales de referencia, mediante espectroscopia FTIR-ATR y micro-Raman, y de difracción de rayos X.
Además, de forma inédita, se analizaron in situ por microespectroscopia Raman los pigmentos de dos folios del códice, con lo que fue posible la identificación exacta del colorante conocido como azul maya, además de otros elementos que permitieron demostrar con certeza la autenticidad de este documento histórico.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Omar Jiménez Sandoval explicó el proceso de investigación científica llevada a cabo y resaltó la importancia de integrar equipos multidisciplinarios que contribuyan a enriquecer el patrimonio histórico y cultural de México.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cómo surge la colaboración del Cinvestav, unidad Querétaro, en este consorcio para la autentificación del códice?
Omar Jiménez Sandoval (OJS): El consorcio estuvo integrado en un principio por la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del INAH, la UNAM y la Universidad de Colorado en Boulder, como parte de un proyecto integral para estudiar y determinar la autenticidad de este códice; esto fue en 2017.
El Cinvestav se incorpora a través de la gestión con la maestra en ciencias Alba Azucena Barrios Ruiz, del Laboratorio de Geología de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico (SLAA) del INAH. Se nos solicitaron estudios muy puntuales de análisis estructural, que completarían los ya realizados por el equipo del doctor Gerardo Gutiérrez, de la Universidad de Colorado, mediante técnicas como cámara hiperespectral, y de la UNAM, a través de su red de institutos, de tipo epigráfico, entomológico, datación por radiocarbono, entre otros.
AIC: ¿Por qué existía la controversia respecto a la autenticidad de este documento?
OJS: Porque proviene de un contexto de saqueo. Se cree que el códice se encontró en una cueva en Chiapas en la década de los sesenta, fue sustraído de forma ilegal y posteriormente adquirido por el doctor Josué Sáenz, coleccionista de arte, quien envió fotos del manuscrito al investigador norteamericano Michael D. Coe, de la Universidad de Yale, Estados Unidos. Él lo dio a conocer por primera vez en 1971, en una exposición en el Club Grolier de Nueva York y planteó la autenticidad del documento —aunque con elementos insuficientes, desde el punto de vista de la mayoría de los expertos— en su libro El escriba maya y su mundo. Posteriormente, el doctor Sáenz donó el códice al gobierno mexicano y desde 1974 se encuentra bajo el resguardo del INAH.
La principal controversia estuvo alrededor de un pigmento llamado azul maya, que fue creado por esta civilización y posteriormente se extendió a otras culturas mesoamericanas. En los años setenta, cuando el doctor Michael D. Coe escribió su libro, aceptó que no pudo identificar este pigmento, pero argumentó que sería imposible que falsificadores o traficantes hubieran podido sintetizarlo en la época en que fue encontrado el documento.
En 1985, se realizó el primer estudio científico por el químico Cruz Bustos y el ingeniero Sánchez Hernández, del INAH, del cual derivó la identificación de algunos de los materiales que forman la base o imprimatura y algunos de los pigmentos, como el negro (negro de humo) y el rojo ocre (hematita); además se planteó que el pigmento azul correspondía a una arcilla coloreada, posiblemente azul maya, mientras que los pigmentos de color café y amarillo corresponderían a compuestos orgánicos como resinas.
Después, en 2007, el equipo encabezado por el doctor José Luis Ruvalcaba, de la UNAM, realizó una nueva investigación, utilizando diversas técnicas analíticas, que únicamente corroboraron la identificación de algunos materiales inorgánicos, pero no de los orgánicos, con lo que el pigmento azul seguía eludiendo su identificación plena.
AIC: ¿Qué características tiene el azul maya?
OJS: Es un compuesto híbrido, formado por una fracción orgánica y otra inorgánica; esta última está constituida por un mineral del grupo de las arcillas, llamado paligorskita, el cual forma parte de la serie paligorskita-sepiolita.
Ya había sido identificada plenamente por los colegas de la SLAA INAH, el ingeniero Ricardo Sánchez y la maestra en ciencias Alba Barrios. Nosotros colaboramos en la identificación de la fracción orgánica del azul maya, que es el índigo, un colorante de origen vegetal, obteniendo un match prácticamente perfecto entre las micromuestras tomadas de los folios del códice, las mediciones in situ del pigmento azul-verde de los folios transportados al Cinvestav y las muestras de azul maya arqueológico que nos proporcionaron los expertos del INAH.
Además del azul maya, se determinó por primera vez la presencia de grana cochinilla, un colorante rojo, propio de las culturas mesoamericanas, obtenido de la hembra de un gusano parásito de la familia Dactylopiidae, que se encuentra en el nopal (Opuntia ficus-indica) y cuya molécula principal es el ácido carmínico; este colorante tuvo una amplia difusión en Europa después de la Conquista, para teñir, inclusive, vestimentas reales. También se confirmó la presencia de otros pigmentos identificados anteriormente, como el rojo ocre y el negro de humo.
AIC: ¿Qué otros elementos se encontraron en esta investigación?
OJS: Se identificó, también por vez primera, el mineral basanita, que es la fase hemihidratada del yeso, en la imprimatura del códice; asimismo, se encontraron los siguientes minerales como parte de uno de los pigmentos rojos: hematita, calcita, albita y cuarzo. Este trabajo requirió de un análisis muy fino a través de rayos X, con una configuración de haz paralelo en el difractómetro, que nos permitió hacer un estudio a profundidad y explorar las diferentes capas del códice. La totalidad del trabajo se llevó a cabo en el Departamento de Materiales de la Unidad Querétaro del Cinvestav.
El Códice Maya de México es el único que se encuentra en nuestro país y es el más antiguo que se conoce hasta el momento, tanto por el fechado —que se llevó a cabo mediante radiocarbono— como por su estilo e iconografía; se trata también del libro más antiguo de América. Los resultados de estas investigaciones se presentaron en el Museo Nacional de Antropología, dentro del simposio El Códice Maya de México, antes Grolier, los días 30 y 31 de agosto, y en el libro del mismo nombre, presentado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH), el 5 de octubre pasado. Actualmente se muestran por primera vez al público en general, como parte de la exposición Códice Maya de México. Eslabón, fuente y testigo durante el mes de octubre, en el Museo Nacional de Antropología. |
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