Calle Juan Guillermo Villasana
Por Ana Luisa Guerrero
A Juan Guillermo Villasana Castillo se le considera el precursor de la aviación mexicana por su afición y talento desde joven por diseñar y construir artefactos voladores, el primero fue el avión al que llamó “Pachuca”, que voló en 1910.
Una calle en la colonia Jardines de Guadalupe en Morelia, Michoacán recuerda al también creador de la hélice Anáhuac, hecha de madera y que favoreció el aumento de las revoluciones en las aeronaves y que tuvo tanto éxito que fue exportada a varios países.
El primer aeroplano formal que se hizo en el país le fue encargado en 1912 por el gobierno y tres años después creó la famosa hélice que permitió superar el récord mundial de altura, cuando un piloto estadounidense elevó su aeronave a 19 mil 750 pies, en Japón en 1919.
Atraídos por este desarrollo, Estados Unidos y Japón quisieron comprarle la patente, pero Juan Guillermo Villasana la donó al gobierno de México y éste, a su vez, obsequió a las naciones amigas una copia de la misma.
Estudió en la Universidad de Búfalo, en Estados Unidos, donde obtuvo el título de Ingeniero en Aeronáutica. En 1918 fue designado director de Aeronáutica Civil, sustituyendo al coronel Alberto Salinas Carranza.
Dos años después, el gobierno inglés ofreció un premio de 15 mil libras esterlinas al primer técnico que construyera un helicóptero y lo obtuvo al fabricar un aparato que se elevó verticalmente.
En julio de 1928 fundó el Departamento de Aeronáutica Civil y en 1931 fue nombrado director de lo Talleres Nacionales de Construcciones Aeronáuticas. En 1937, el Presidente Lázaro Cárdenas lo designó auxiliar de un grupo de técnicas para construir en México un automóvil.
Fue reconocido por la Secretaría de la Defensa Nacional con la placa “Emilio Carranza” en 1950 y cinco años después fue declarado fundador de la Aeronáutica Civil. Murió en febrero de 1959 y en mayo la Federación Aeronáutica Internacional le entregó de manera póstuma el diploma “Paul Tissandier”. Un año después le fue entregado el diploma que la Dirección General de Aeronáutica Civil (que dirigió en cuatro ocasiones) entrega a todos los precursores de la aviación.
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