Calle Manuel González Flores
Por Ana Luisa Guerrero
En la colonia Cuatro Centenario, en Querétaro, se ubica la calle que recuerda a Manuel González Flores, ingeniero mexicano que inventó el sistema Descimbrar cimbrando y el Pilote de control.
Nació en 1908 en Tecajete, Hidalgo, y estudió en la Escuela Nacional de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Siendo estudiante, trabajó en la Oficina de Saneamiento del Departamento del Distrito Federal, donde tiempo después fue superintendente de construcción en el edificio de la Lotería Nacional, que fue el primero que se construyó a nivel mundial con una cimentación con el sistema de flotación.
Se desempeñó como consultor para la cimentación. En 1945 desarrolló el sistema Descimbrar cimbrando, que consiste en utilizar el mismo molde de cimbra en el colado de losas de concreto en un edificio de varios pisos, empezando del superior al inferior.
Esta innovación representa rapidez en la ejecución y es una solución que economiza un fuerte porcentaje de madera y material de cimbra. El sistema se dio a conocer a través de artículos publicados en diversas revistas técnicas y ha sido utilizado en lugares tan remotos como Egipto.
Otro de sus inventos es el Pilote de control, que es utilizado para cimentar y re cimentar edificios en terrenos heterogéneos, deformables debido a la presencia de arcillas en el subsuelo, como el de la Ciudad de México.
A través de los pilotes se puede controlar los movimientos de la construcción y, debido a que son fijos, se puede subir, bajar o enderezar un edificio. Y es que los pilotes no quedan nunca debajo de las trabes ni de las columnas, sino a un lado, por lo que atraviesan la cimentación sobresaliendo encima de la loza.
Con este sistema se re cimentaron más de 600 edificios antiguos de la Ciudad de México, permitiendo su rescate y manteniéndolos al mismo nivel relativo con respecto a las calles y banquetas de la zona; otros se han podido re nivelar cuando han sufrido desplomes.
Otro de sus inventos es un sistema Antisísmico, que consiste en dos placas circulares de la mayor dureza, cada una con una superficie terminada a espejo de 19 milímetros de espesor. La placa inferior se sujeta a la cimentación en su cara lisa y dura, en dirección horizontal y hacia arriba. Sobre esa superficie se instalan esferas de acero duro libres para moverse sobre la placa y sin la posibilidad de moverse más allá de la orilla de ella. Sobre los balines se coloca la segunda placa, con la superficie pulida hacia abajo; y está fija a la estructura del edificio. Por la inercia del edificio, el dispositivo aísla de sus movimientos horizontales a la cimentación de la superestructura. Por este invento recibió el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología en 1966.
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