Calle Evangelista Torricelli
Por Ana Luisa Guerrero
En la ciudad de Puebla una calle recuerda a Evangelista Torricelli, el físico y matemático italiano a quien se le atribuye la invención del barómetro, en tanto que sus aportaciones a la geometría fueron relevantes para el desarrollo del cálculo integral.
Nació en el seno de una familia que no pudo darle educación, así que sus padres lo enviaron con su tío Jacopo, un fraile camaldolense. En 1627 comenzó sus estudios de ciencias con el benedictino Benedetto Castelli.
Estudió Diálogo de la Nueva Ciencia, de Galileo Galilei, que lo inspiró al desarrollo de principios mecánicos que incluyó en su obra De motu. Por el potencial que observó su mentor, en 1632 lo envió como amanuense de Galileo, en Arcetri, Florencia, durante los últimos tres meses de vida del sabio italiano.
Tras la muerte de Galileo, Torricelli, fue nombrado filósofo y matemático del duque Fernando II de Médici, y fungió como profesor de matemáticas en la Academia de Florencia.
Experimentó con el mercurio para crear el barómetro. Hizo ascender este elemento en un tubo cerrado de 1.2 metros de longitud, creando vacío en la parte superior empujado por el peso del aire de la atmósfera, demostrando que el aire tiene peso. En sus observaciones concluyó que las variaciones en la altura de la columna del mercurio se deben a cambios en la presión atmosférica.
En su memoria se nombró torr a la unidad de presión. Elaboró el teorema de Torricelli, de importancia fundamental en hidráulica, pues estudia el flujo de un líquido contenido en un recipiente, a través de un pequeño orificio, bajo la acción de la gravedad. A partir del teorema de Torricelli se puede calcular el caudal de salida de un líquido por un orificio. “La velocidad de un líquido en una vasija abierta, por un orificio, es la que tendría un cuerpo cualquiera, cayendo libremente en el vacío desde el nivel del líquido hasta el centro de gravedad del orificio”, dicta.
En Ópera geométrica, publicado en 1644, expuso sus hallazgos sobre fenómenos de mecánica de fluidos y el movimiento de proyectiles.
Además realizó mejoras al telescopio y el microscopio, fabricando numerosas lentes que fueron grabadas con su nombre y que a la fecha se conservan en Florencia.
Murió el 25 de octubre de 1847 a los 39 años tras haber contraído fiebre tifoidea. Dejó todas sus pertenencias a su hijo adoptivo, Alessandro Di Almagro
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