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¿Qué importancia tiene patentar mi innovación?

Por Israel Pérez Valencia

Santiago de Querétaro, Querétaro. 1 de diciembre de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Los proyectos de innovación tecnológica deben ir acompañados de un trabajo interdisciplinario que permita proteger su propiedad intelectual y fomente la cultura de generación de patentes. 

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Esta y otras reflexiones fueron compartidas por la asociada de propiedad intelectual de la firma de consultoría en servicios legales Uhthoff, Gómez Vega & Uhthoff, Jimena Chi Barrales, en el marco del Congreso Interdisciplinario de Gestión de la Tecnología, organizado por la Facultad de Contaduría y Administración (FCA) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, Chi Barrales destacó que compartir a los universitarios la importancia de la propiedad intelectual para innovadores, de acuerdo con el marco regulatorio de México, es una tarea muy importante, pues, dijo, de ello depende fomentar el crecimiento en materia de innovación tecnológica y emprendimiento a nivel nacional.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Por qué hablarles a los universitarios sobre la propiedad intelectual y patentes?

Jimena Chi Barrales (JCB): En el caso de México tenemos una población relativamente joven. Mi mayor preocupación es que, después de ocho años de trabajar en el área de propiedad intelectual, me he dado cuenta que los canales de esta rama del derecho son más utilizados por extranjeros; estoy convencida que esta situación no se debe a que los mexicanos no innoven sino que, más bien, generan innovación de forma “orgánica”, es decir, sin la conciencia de las implicaciones que tiene su proyecto.

De acuerdo con la teoría que se ve en las escuelas, los proyectos de innovación comprenden tres etapas: creación, protección y comercialización. Sin embargo, en el caso de las pequeñas y medianas empresas no puede funcionar así, en primer lugar, porque no tienen todos los recursos necesarios para proteger una innovación y después para comercializarla; en segundo lugar, porque necesitan de capital humano y educación en términos de propiedad intelectual.

Por otra parte, la mayoría de las actividades de difusión en materia de propiedad intelectual tiene una connotación negativa: “No puedes utilizar esto porque está registrado” o "esto es un producto pirata". No contemplamos otros enfoques que, si los sabemos utilizar en favor de los innovadores mexicanos —que son jóvenes que hoy en día están estudiando la licenciatura, posgrado o su tesis— vamos a pasar de ser un país basado en la manufactura a uno que desarrolla e impulsa proyectos de innovación que se pueden incluir en esa industria.

AIC: ¿Cuáles son las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes innovadores que desarrollan tecnología, en lo referente a la propiedad intelectual?

JCB: Se trata de un camino muy largo; por ejemplo, el trámite de una patente puede tardar hasta cinco años, y presentar la solicitud cuesta alrededor de 10 mil pesos, solamente de derechos; si lo hacen a través de un especialista se tienen que pagar honorarios. Yo creo que los recursos financieros son de los primeros retos a los que se enfrentan los innovadores y, por otro lado, la falta de educación multidisciplinaria que existe en las universidades.

En mi caso, recibí una formación de abogada pero no me enseñaron cómo gestionar un proyecto, o que para lanzar un producto no solo tenía que contar con una autorización en términos legales sino también con un estudio de mercado para saber si iba a ser rentable o no.

Afortunadamente, ya existen políticas públicas e institutos que apoyan los proyectos de innovación, como el servicio que ofrece el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Instituto Nacional de la Economía Social (Inaes), el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem). No obstante, queda un camino muy largo por recorrer en el que no solo se debe comprometer el sector público, sino también el privado y los especialistas de propiedad intelectual. Tenemos una gran responsabilidad en ese sentido con los jóvenes innovadores.

AIC: ¿Esto no será un factor que inhibe la innovación científica y tecnológica en México?

JCB: Por supuesto. Imaginemos al innovador que tiene una gran idea y que cuando comienza a buscar información para constituir su empresa se da cuenta que tiene que pagar 15 mil pesos a un notario, registrar la patente y darse de alta en el Servicio de Administración Tributaria (SAT) para poder declarar impuestos. Yo creo que a cualquier persona que emprende le provoca un miedo brutal; no obstante, el nivel de satisfacción es absoluto, porque se logra sacar adelante un proyecto a pesar de todos los obstáculos.

AIC: Hablando particularmente de las instituciones educativas, ¿hará falta que pongan más énfasis en enseñar a los jóvenes a emprender?

jimena chi barrales01JCB: Claro. Yo recuerdo a uno de mis profesores de la Facultad de Derecho, de origen costarricense, que nos decía que el sueño de cualquier abogado era que lo contratara un gran despacho y trabajar para él. Nos subrayaba su sorpresa de que, en nuestros ideales, no contemplábamos tener nuestra propia firma. Afortunadamente las cosas están cambiando, la cultura de emprender es ya una asignatura que se incluye en las instituciones educativas desde hace unos años; por eso soy optimista, respecto al futuro.

AIC: En el caso de los desarrolladores de tecnología, ¿cómo se encuentran respecto al cambio que usted percibe?

JCB: Ellos son mucho más conscientes sobre lo que es la propiedad intelectual y en qué medida les puede ayudar. Actualmente, resulta común observar que alguien que está desarrollando un proyecto de carácter tecnológico se acerca a firmas como Uhthoff, Gómez Vega & Uhthoff en las primeras fases de su desarrollo, en lugar de venir con nosotros cuando el proyecto ya fue lanzado, lo que era un error muy común hace cinco años.

AIC: ¿Cuál sería entonces el procedimiento más adecuado en ese sentido?

JCB: La idea es que en la etapa de creación de un proyecto innovador establezcan un comité multidisciplinario. Un negocio puede tener éxito sin tener que estar protegido por la propiedad intelectual. Tuve la oportunidad de visitar varios centros de investigación y desarrollo en Japón, ellos tienen lo que se conoce como una doble evaluación, donde califican si un proyecto es patentable y si podría tener éxito comercial; y si no es patentable ni infringe derechos de terceros lo comercializan, aunque no tenga una patente.

Por eso es muy importante que al inicio de un proyecto innovador —cuando ya se tiene un primer prototipo—, se acerquen a especialistas y los inviten a formar parte de un comité para que los acompañen en el proceso de consolidación.

AIC: ¿Qué personajes deben integrar estos comités para que resulten efectivos?

JCB: Deben ser grupos multidisciplinarios con gente especializada en áreas como mercadotecnia, contabilidad e ingeniería. Me ha tocado asesorar proyectos de pequeñas y medianas empresas en las que el desarrollo de los productos, la comercialización y hasta la parte legal están a cargo de los ingenieros de la empresa; y bueno, obviamente los ingenieros son expertos en su área y aunque hayan aprendido de alguna manera aspectos legales o de comercialización, no los dominan.

Por eso es tan importante integrar trabajo interdisciplinario para el desarrollo de proyectos y organizar eventos como este Congreso Interdisciplinario de Gestión de la Tecnología de la UAQ, porque estamos hablando de contextos, no de una marca o una patente; la idea es establecer puntos donde converjan especialistas de diferentes ramas y se puedan intercambiar o enriquecer ideas y nuevos proyectos innovadores.

 

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